CULTURANOTICIAS

Construir CINE: las recomendaciones de Broquel

Comenzó la 7º Edición del Festival Internacional de Cine sobre el mundo del Trabajo, que este año podrá verse en línea desde nuestras casas. Compartimos algunas opciones que no pueden dejar de ver, desde historias de migrantes hasta conflictos laborales en la Francia actual.

Por: Redacción Broquel

Overseas  (Yoon Sung-A, Filipinas, Francia y Bélgica, 201o). Competencia Oficial Largometraje Internacional Documental.

Un plano fijo enmarca a una mujer que llora mientras limpia un baño. La cámara amplia el cuadro y las mujeres parecen multiplicarse bajo el mismo escenario. El documental de la realizadora coreana Yoo Sung-A (Full of missing links, 2012), expone la problemática contemporánea sobre el trabajo doméstico en el mundo globalizado.

Rodada en Filipinas, donde la pobreza obliga a las mujeres a emigrar para trabajar en otros países y enviar dinero a sus hogares, la películahace foco en un centro de capacitación para el empleo doméstico, en el que enseñan las diversas tareas que deben desempeñar, como así también, las instruyen para defenderse ante los maltratos que reciben con asiduidad.

A través de ejercicios de roles, ellas caracterizan a sus mismos empleadores, exponiendo la indefensión frente a los abusos que padecen y la explotación a la que están sometidas. Un problema que visibiliza la violencia de género, ante una tarea asignada y ejercida principalmente, por mujeres. Mujeres, que aprenden a resistir y aguantar, en pos de un salario al que no pueden renunciar.

Overseas responde al formato de documental de observación, donde la realizadora no interviene en el los hechos que registra. Su mirada toma la distancia justa, y funciona como testigo del proceso que transitan muchas  mujeres, desde capacitarse hasta conseguir un empleo, y enfrentar el doloroso momento de tener que partir.

La Guerra Silenciosa (Stéphane Brizé, Francia, 2019). Competencia Oficial Largometraje Internacional de Ficción.

El nuevo largometraje del cineasta francés Stéphane Brizé (El precio de un hombre; Algunas horas de primavera; Une affaire d´amour) junto a su actor fetiche Vincent Landon, es un claro e intenso exponente del cine político reaccionario, que recuerda el estilo y la temática del realizador británico Ken Loach, como del movimiento de los chalecos amarillos.

El punto de partida y el nudo del conflicto de la historia es el cierre de la fábrica Perrin que dejará sin trabajo a 1.110 empleados. Un problema que se enfatiza ante un acuerdo previo de los trabajadores con los dueños, donde los empleados aceptaron un recorte salarial a fin de salvar la compañía y mantener todos los puestos durante cinco años. Frente a ese incumplimiento, los trabajadores, liderados por uno de sus representantes sindicales Lauranet (Vincent Lindon) comienzan a organizarse en asambleas, se movilizan a las calles y bloquean tanto la producción como el suministro.

Con cámara en mano, el registro cercano traduce la tensión de las escenas, y la lucha interna que llevarán los empleados de la fábrica. En ese camino, la película expone la desvalorización del capital humano, frente a las demandas de las leyes del mercado. También hablará sobre las desigualdades del sistema capitalista, la subestimación de los trabajadores como piezas descartables, y las distntas estrategias políticas y judiciales a favor de los inversionistas.

La guerra silenciosa es un duro y violento relato, que muestra no sólo las distintas etapas que atraviesa el conflicto, sino la polaridad ideológica que, actualmente, se pone en juego en el mundo laboral. El logro del relato es su carácter empático como testimonio, cuasi documental; que ejemplifica la resistencia de hombres y mujeres, ante la necesidad imperiosa de recuperar su dignidad.

Perro Bomba (Juan Cáceres, Chile, 2019). Competencia Largometraje Internacional Ficción

Quizás uno de los temas más acuciantes de nuestra actualidad sea la realidad que sufren día a día les migrantes. En todo el mundo, quienes deben trasladarse por cuestiones económicas o sociales sufren distintos grados de explotación, discriminación o violencia. Si bien siempre presentes en discursos oficiales, vamos acostumbrándonos a sus pesares, al punto que terminan siendo invisibilizadas sus necesidades.     

El director chileno Juan Cáceres presenta en el festival Construir Cine su ópera prima “Perro Bomba”, historia del migrante Steevens en una Santiago de Chile moderna a punto de explotar. El joven proviene de Haití, uno de los países americanos que más ha sufrido en los últimos tiempos. Desde inclemencias climáticas a inestabilidades políticas y económicas, que han llevado a un exilio forzoso a muchos de sus habitantes. Este es un caso más, y la película nos retrata las vicisitudes a las que se verá expuesto Steevens, en lazos que pueden atravesar tanto la solidaridad como el racismo.

Los conflictos laborales son el centro de la inestabilidad general que rige en la vida del migrante, ya que debe aceptar la informalidad como norma. Allí, los caprichos del patrón no encuentran ningún control, más allá de la propia posibilidad de defensa. En el caso de Steevens, su reacción más que liberarlo, será un problema más que deberá afrontar. “Perro bomba” no ofrece mayores salidas al conflicto, por lo que si bien retrata con agudeza la desesperante situación a la que pueden ser llevados les migrantes, carece de opciones posibles ante esto.

Uno de los rasgos interesantes de la película es su trabajo respecto al impacto de las redes y los medios en nuestras vidas, y cómo puede llevarnos a una situación de permanente exclusión. Al mismo tiempo, quizás uno de los mayores aciertos de Cáceres en su primer película sea la inclusión de segmentos musicales, que permiten sumar desde la diversidad de los sonidos muchas de las facetas invisibilizadas de la comunidad haitiana en Chile. La historia de un migrante en un país, pero que refleja la de muchas otras en todo el mundo.      

Homo Botanicus (Guillermo Quintero, Colombia, 2019). Competencia Largometraje Internacional Documental

Hay trabajos que consumen nuestra pasión por ellos, y que nos van empujando a zonas desconocidas de nosotros mismos. Conocimientos que nos permiten acceder a un mundo que parece indescifrable, pero que a poco de andar nos integran de tal manera que luego parece irreal el mundo en que antes vivíamos.

El director Guillermo Quintero logra introducirnos en un mundo tan singular como interesante: el que despliegan el botánico Julio Betancur junto con su joven discípulo Cristian Castro, al internarse en los bosques tropicales colombianos para explorarlos y recolectar diversos ejemplares naturales. Montado con la rigurosidad de un documental observacional, pero intervenido desde una voz en off que nos guía por los recuerdos del realizador, “Homo Botanicus” trabaja entonces tanto la objetividad que la ciencia construye como la subjetividad que a cada paso sale a su encuentro.

Con un recorrido por zonas paradisíacas de los Andes colombianos, la película logra también replantear nuestra conexión con la naturaleza circundante, en tiempos donde la desforestación y el extractivismo muestran por todo el mundo su faceta más destructiva. La catalogación de las especies como un modo de interrumpir un fluir, que es tanto de vida como de muerte en el contexto actual. Qué se preserva en esas flores guardadas, qué se pierde en este trajinar por un mundo con mayores niveles de inequidad y contaminación.     

Pero también es una indagación por las corrientes del conocimiento, por la vieja dupla maestro-discípulo y sus im/posibilidades de crecimiento y expansión. Cuando se decide acompañar el trabajo casi artesanal de un especialista, hay mucho del camino propio que se deja en suspenso. Es parte del precio que se paga por conocer, aprehender. “Homo Botanicus” indaga en esas vidas compartidas de Julio Betancur y Cristian Castro, y en las continuidades que se construyen, quizás como una forma de perseguir la eternidad.  

COMENTARIO AQUÍ