Por: Redacción Broquel Imagen: Historia de una infamia, Sakai Kazuya, 1962. Museo Nacional de Bellas Artes.
“La pandemia actual solo empeora una situación de crisis a la que ha sido sometida la población mundial, en un contexto en que ‘el capitalismo neoliberal ha incapacitado al Estado para responder emergencias’.” Paula Meneses (Presentación).
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) ha editado en este contexto de pandemia una colección de textos breves con los cuales buscan “contribuir a entablar diálogos tanto en torno a nuevos y viejos interrogantes, como a la búsqueda de respuestas originales a los problemas de nuestro tiempo”. Dentro de estas publicaciones destaca “La cruel pedagogía del virus” de Boaventura De Sousa Santos, que pasaremos a examinar.
El texto nos interesa por cómo busca ponernos a pensar en la situación actual del mundo en el que vivimos, de intensas transformaciones donde la violencia se ejerce de múltiples formas; acelerando el aumento de la desigualdad, la degradación continua del medio ambiente, la violación sistemática de los derechos humanos y la militarización cada vez más profunda de nuestros territorios. Todas realidades expuestas a flor de piel con el paso, todavía presente, de la pandemia mundial.
En su prólogo, Paula Meneses alerta que las alternativas a tantas injusticias ahora tan expuestas, entrarán en la sociedad “a través de la puerta trasera de crisis pandémicas”. Para el autor, la herramienta necesaria para el análisis de tal cuestión, es la “Epistemología del Sur”; que no es otra cosa que la producción y validación del conocimiento que surge a través de los actos de resistencia de los grupos que están sometidos a numerosas injusticias, en manos del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Situación que solo superaremos cuando “seamos capaces de imaginar el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre original”.
Hay una idea fundamental que recorre el texto, y es que la pandemia actual viene enmarcada en un estado de crisis permanente que se expresa desde los años ochenta, a medida que el neoliberalismo se impuso como sistema dominante con un marcado sometimiento a la lógica del sector financiero. Por otro lado, lo que se denomina “crisis”, entendida etimológicamente, es excepcional y temporal; en cambio, cuando se vuelve permanente como ésta, “la crisis se convierte en la causa que explica todo lo demás”. Esto refiere, por ejemplo, que la crisis financiera alcanza para explicar recortes de políticas públicas o recortes salariales. Detrás de todo este manto, dos objetivos aparecen en escena: “legitimar la escandalosa concentración de riqueza y boicotear medidas efectivas para prevenir una inminente catástrofe ecológica”, en palabras de De Sousa.
Párrafo aparte merece la extrema vulnerabilidad al virus de numerosos colectivos como los miles de refugiados e inmigrantes en Europa. Dando cuenta en palabras del autor como “una Europa invisible”. Situación que prevalece en Estados Unidos, donde también existe una “América invisible”.
Boaventura De Sousa Santos hace un análisis de las causas que arremeten contra grupos como las mujeres, los trabajadores precarizados, vendedores ambulantes, personas en situación de calle, etc, colectivos aún más vulnerables a las consecuencias de la crisis económica y social que agrava la llegada de la pandemia. “Al contrario de lo que transmiten los medios de comunicación y los organismos internacionales, la cuarentena no solo hace más visibles, sino que también refuerza la injusticia, la discriminación, la exclusión social y el sufrimiento inmerecido que provocan.”
Además del nuevo enemigo invisible (el virus), Boaventura nos habla de que en los últimos tiempos, ha surgido otro ser todopoderoso e invisible, “ni grande ni pequeño, pero deformado: los mercados (…) es uno y muchos. Se expresa en plural, pero es singular”. A diferencia del virus, “es una bendición para los poderosos y una maldición para todos los demás”. Los principales resortes de dominación que los sectores de poder utilizan para mantenerse en él, resortes que “son invisibles en su esencia y en la articulación esencial entre ellos”, son el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. “La invisibilidad proviene de un sentido común inculcado en los seres humanos por la educación y el adoctrinamiento permanente”, este sentido común es evidente y contradictorio. La astucia se entiende en que se muestran como entidades separadas que no tienen nada que ver entre sí. Y en realidad, ninguno de estos sistemas de dominación tiene poder de dominar por sí solos, solo los tres son “todopoderosos”. En otras palabras, mientras haya capitalismo, habrá colonialismo y patriarcado.
Llegando al final del trabajo, el autor arroja una serie de lecciones para comprender un poco más y darle un último giro a la cuestión. Primero y principal, la pandemia es una manifestación entre muchas del modelo de sociedad en el que habitamos, modelo que comenzó en el siglo XVII y está llegando a su etapa final. Las pandemias son el castigo que sufrimos a la violación sistemática que cometemos contra la Madre Tierra. Como analizamos más arriba, las pandemias tampoco matan tan indiscriminadamente como se cree.
Fundamentalmente, como modelo social, el capitalismo y fundamentalmente en su versión neoliberal, no tiene futuro, “semejante ciclo infernal solo puede interrumpirse si se interrumpe el capitalismo”. Está desacreditado social y políticamente ante la tragedia a la que condujo a la sociedad global y cuyas consecuencias son más evidentes que nunca. “Los gobiernos con menos lealtad a las ideas neoliberales son aquellos que actúan de manera más efectiva contra la pandemia, independientemente del régimen político”. En este sentido, la extrema derecha y la derecha neoliberal también fueron desacreditadas. Esas derechas defienden en general, el estado mínimo; ocuparon el espacio que las izquierdas dejaron cuando fracasaron “bajo la astuta o ingenua creencia en la posibilidad de un capitalismo con rostro humano, un oxímoron que ha existido siempre, o al menos, que existe hoy”. El autor profundiza esa teoría cuando argumenta que “las pandemias muestran de forma cruel cómo el capitalismo neoliberal incapacitó al Estado para responder a las emergencias”.
Para concluir, De Sousa propone aprovechar esta situación para “pensar en alternativas a las formas de vivir, producir, consumir y convivir”, y que “en ausencias de tales alternativas, no será posible prevenir la irrupción de nuevas pandemias”. Si bien con la caída del Muro de Berlín se consolidó la idea de que no había alternativa posible al capitalismo y las sociedades dejaron de pensar en alternativas, hay alternativa “solo mediante una nueva articulación entre los procesos políticos y civilizadores” que vaya más allá y comience a “pensar en una sociedad en la que la humanidad asuma una posición más humilde en el problema en el que habita”. Presupone un giro integral, en términos epistemológicos, culturales e ideológicos, que sean respaldos a soluciones políticas, económicas y garanticen la continuidad de una vida digna en el planeta. Para eso, Boaventura señala que es indispensable crear un nuevo sentido común y crear la idea de que “en los últimos cuarenta años, hemos vivido en cuarentena, en la cuarentena política, cultural e ideológica de un capitalismo encerrado en sí mismo, así como en la cuarentena de la discriminación racial y sexual sin las que el capitalismo no puede sobrevivir. La cuarentena causada por la pandemia es, después de todo, una cuarentena dentro de otra”.
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