Por: Juan Manuel Ciucci
Quien fuera el más joven integrante de la Convención Constituyente de 1957, denunciaría la ilegitimidad de la misma y presentaría un proyecto para declarar vigente la reforma que había sido aprobada durante el peronismo. Historia de un abogado comprometido, que apostó fuertemente al desarrollo cooperativo y que sufrió la persecución y la muerte a manos de la última dictadura cívico-militar.
El recuerdo de quienes nos han antecedido en la búsqueda de igualdad y de justicia siempre es el mejor camino para recorrer nuestro pasado. Es reconstruyendo esas vidas desde donde podemos intentar comprender nuestra historia, pero también desde donde es posible imaginar un futuro mejor.
La intensa vida de Juan Carlos Deghi quizás permanezca aún hoy poco evocada, si bien podemos encontrar muchos trabajos que desde su Zarate natal nos permiten conocerlo en profundidad. Este destacado abogado, político y cooperativista argentino que se recibiera a los 26 años en la Universidad Nacional de Santa Fe, que fuera Convencional Constituyente en 1957 con apenas 28 años y que impulsó la organización de cooperativas de trabajo y de crédito popular en Zárate, caería asesinado el 22 de marzo de 1978 a manos de la última dictadura cívico-militar que asoló nuestro país.
Deghi comenzó su militancia política en 1945 en la Unión Cívica Radical, si bien pronto se alejaría del partido. Durante su carrera universitaria integra el movimiento estudiantil, y tras recibirse de abogado funda junto con Guillermo Estévez Boero el Partido de los Trabajadores. Surgiría éste de las viejas discusiones que había despertado el peronismo entre los sectores del socialismo. Por un lado estaban quienes a pesar de sus críticas defendían las conquistas logradas por el peronismo y por otro lado quienes decidieron romper con el mismo. Esto quedaría de manifiesto cuando Deghi fue elegido para formar parte de la Convención Constituyente de 1957, donde sería uno de los pocos que sostendría la ilegitimidad de la misma y la vigencia de la Constitución de 1949. Misma actitud tendrían al comenzar las sesiones Oscar Alende por parte de la UCRI, Cipriano Reyes y Ricardo Ovando desde el Partido Laborista, y Enrique Ariotti por la Unión Federal.
Reforma constitucional de 1957: denuncia de la dictadura y valoración del peronismo
El diario de las sesiones que tuvieron lugar en la Provincia de Santa Fe para reformar la Constitución Nacional, ofrece información invalorable para comprender el momento histórico en que se dio la misma y el tipo de reformas que fueron realizadas. Asimismo nos permite sopesar las posiciones personales que ante una coyuntura tan difícil tuvieron los convencionales. Allí destaca sin dudas la figura de Juan Carlos Deghi, que con apenas 28 años fue el convencional más joven, quien se animó a denunciar los atropellos de la “Revolución Libertadora” y la ilegitimidad de la reforma que estaban intentando imponer. Al mismo tiempo, presentó una interpretación sumamente interesante del movimiento histórico al que no adhería pero al que buscaba interpretar/interpelar: el peronismo. Es por esto que nos parece fundamental compartir largos pasajes de su participación en aquella Convención, que nos permiten conocerlo un poco más.
Allí presentaría un Proyecto de resolución donde indicaba en su primer artículo: “Declarar la nulidad de la proclama del gobierno provisional del 27 de abril de 1956 y de la Convocatoria y de los actos electorales realizados en virtud del decreto 3838/57 y la consecuente invalidez de los títulos de todos y cada uno de los señores convencionales proclamados a raíz de las elecciones del 28 de julio de 1957”. Aquí vemos un muy interesante planteo de participación crítica ante dicha elección, puesto que resultando electo, lo primero que intenta demostrar es la nulidad de la misma y la invalidez del título que él mismo había obtenido. Cabe recordar que en las Elecciones de 1957 de los 9.662.620 ciudadanos inscriptos en el padrón, se presentaron a votar unos 8.703.322 (90,07 %), de los cuales 2.115.861 votaron en blanco como modo de protesta ante la proscripción del peronismo. Esto representó el 24,31 % sobre el total de votantes, por lo que en dichas elecciones el voto en blanco fue superior a los votos que recogieron las restantes fuerzas políticas.
En su artículo segundo proponía “Declarar la inexistencia legal de la Convención Reformadora de la Constitución Nacional”, mientras que en el tercero planteaba “Declarar la vigencia de la Constitución Nacional sancionada en 1853, con las reformas de 1860, 1866, 1898 y 1949”. Tales eran los puntos centrales de la cuestión tratada en 1957: si podía un gobierno ilegítimo determinar la nulidad de la Constitución de 1949 y convocar a una reforma constitucional.
Deghi expondría con una claridad argumentativa notable el porqué de su rechazo a esta Convención y a los mandatos de la dictadura de Aramburu y Rojas. “En la medida en que un gobierno se aleje de las características del denominado gobierno constitucional, aumentan las vallas hasta hacerse infranqueables a los efectos de imposibilitar a los gobiernos usurpadores o de hecho, inmiscuirse con legalidad en el problema de la Constitución”, indicaba en su proyecto.
A quienes veían una “revolución” en las acciones criminales que comenzaron en Septiembre de 1955, buscando así justificar su accionar “desprolijo” en temas de legalidad, les contestaría con dureza. “El gobierno surgido de los acontecimientos de 1955 no puede ser correctamente denominado gobierno revolucionario. Al “Gobierno Provisional” de la República, a pesar de los esfuerzos que se han realizado para encuadrarlo en otras categorías, sólo le cabe una definición: “gobierno usurpador”. Todo ha sido una gran aventura de las fuerzas aliadas de la oligarquía y de los intereses extranjeros, para volver hacia el pasado, para transformarnos nuevamente en aquella rica colonia disputada por las superpotencias capitalistas del mundo”, diría Deghi ante una asamblea temerosa de represalias por parte del gobierno militar.
Este joven se atrevía así a utilizar su tribuna dentro de la Convención para denunciar al gobierno militar y expresar las bases de su pensamiento. “Nuestro partido, como partido revolucionario al servicio de los intereses de la clase trabajadora argentina tiene un concepto claro y definido de la revolución: para nosotros merece ese nombre aquel movimiento que arraigado en los sentimientos más caros de un pueblo, llega al gobierno a los efectos de realizar profundas modificaciones en la estructura económica y social de un país. Alteraciones destinadas a cercenar al privilegio para avanzar un tramo más en el largo camino que tiene por meta la justicia social”, dijo en la octava reunión del 12 de septiembre de 1957.
“Cuando el pueblo solicite una verdadera reforma constitucional, a los efectos de cercenar el privilegio y de construir un obstáculo insalvable a la voracidad del capital extranjero, muchos de los entusiastas reformistas de hoy, se opondrán a esa reforma”, alertó a los presentes. “Estos ideólogos del privilegio no podrán mirar de frente a los hombres que en todas las latitudes de América latina sufren en su carne la expoliación del capitalismo extranjero a través de dictaduras militares que los oprimen”, agregó, con espíritu americanista.
Respecto al mayoritario voto en blanco de las elecciones pasadas ante la proscripción del peronismo, indicó: “el escrutinio de los comicios realizados el 28 de julio de 1957 ha sido extraordinariamente claro y definitivo: las facultades del “gobierno provisional” para convocar a una constituyente han sido negadas por abrumador margen en todo el territorio de la Republica. Sepan los señores Constituyentes que están trabajando a espaldas y en contra de la voluntad popular”.
Su reinterpretación del peronismo sería uno de los puntos culminantes que lo destacarían de entre quienes participaban de aquella asamblea. “De lo mucho que hemos escuchado en silencio hemos arribado a la triste conclusión de que el proceso social, económico y político de los últimos doce años sigue siendo una incógnita que parece muy difícil de develar para la mayoría de los hombres políticos argentinos”, diría casi como una provocación ante los otros convencionales.
“Desde las más profundas capas de la clase trabajadora argentina estaba surgiendo el inmenso movimiento que unía la causa de lo nacional y su destino con la causa de lo social y de su justicia. Los partidos tradicionales de todos los colores y de todos los matices ignoraron o subestimaron la importancia de este gran proceso histórico argentino. Eso hizo posible que alguien, que lo vio certeramente, ocupara el puesto que la ceguera, la incomprensión o la incapacidad habían dejado vacante. Así, a pesar de todas sus imperfecciones, del personalismo, de sus aspectos condenables desde el punto de vista de las garantías y de los derechos ciudadanos, se puso en marcha un movimiento que en esencia constituyó el comienzo de un proceso transformador que habrá de continuar en el tiempo, no importa lo que suceda o las oposiciones que deban superarse”, indicó, profético.
“Muchos de los hombres de nuestra generación no entendieron en aquel momento lo que había pasado; algunos no lo han entendido todavía. Pero la inmensa masa obrera argentina lo sabe y lo está enseñando con la pedagogía de sus sacrificios y de su probada e inquebrantable voluntad de lucha en defensa de sus derechos y de sus conquistas, muchas de las cuales se incorporaron como enunciados o como normas en la reforma de 1949”, agregaba Deghi. “En aquel entonces, y durante diez años, las banderas de la soberanía política, de la justicia social y de la independencia económica, fueron sostenidas por el pueblo de la Republica, y en especial modo por los obreros industriales”.
Y casi como si fuera una fórmula, les proponía a los opositores de antaño que ahora usufructuaban el poder del oficialismo que “dejen de alborotar y vuelvan sus pasiones a quicio; analicen con criterio argentino y popular este proceso, y confiesen que estuvieron equivocados y que la verdad, como casi siempre acontece, estaba en el seno del pueblo”.
Pasaba luego a denunciar que la sola mención del peronismo “se ha transformado en delito que trae aparejada pena punitiva de libertad”, que “los peronistas han sido confinados, perseguidos, torturados y hasta fusilados” y “peor que a enemigos exteriores vencidos se trata a los hombres que creyeron en las consignas alumbradas en el proceso que se inicia en octubre de 1945”. “La ira preside el curso de una inexorable revancha”, indicaría, explicando que “se pretende así, con un criterio simplista matizado de adjetivos calificativos, definir el proceso actuante en nuestro país durante los últimos años”.
El peronismo fue motivo de arduos debates para la izquierda en Argentina, y el Partido de los Trabajadores no estuvo exento. Presenta Deghi en su intervención una valoración crítica, pero con un fuerte rescate de la obra realizada y de la adhesión que provocó en las masas populares. “El peronismo ha sido y es un auténtico movimiento de masas que tendía a expresar profundas realidades propias. A través de ese movimiento se expresó inorgánica, tumultuosa, deformada e inadecuadamente, la nueva conciencia social y nacional de los trabajadores y de vastos sectores de las clases medias argentinas. Que nadie se llame a engaño; la fuerza del peronismo no estaba en la sonrisa de su jefe, en los cupones de automóviles, en los créditos bancarios fáciles, (…) o la esperanza de un mejor salario o de un menor trabajo. Ha sido la expresión de un problema nacional y de un problema social cuyas soluciones quedan contenidas en las tres grandes banderas: independencia económica, soberanía política y justicia social”.
Y brindaría una de las frases más profundas que registre la vida política argentina para intentar definir las adhesiones populares al peronismo: “Es la premonición multitudinaria de un destino para el pueblo y de una historia para la Nación”.
Ante la reacción represiva que comenzaba a sembrarse en contra de los movimientos populares, Deghi indicaría que “este proceso no podrá ser contenido por la represión ni desvirtuado por los demagogos. Seguirá actuando inconteniblemente”. Y alertaría que “no se logrará pacificar al país ni se obtendrá el encauzamiento de las colosales energías colectivas de esos millones de hombres y mujeres argentinos si no se les franquean las puertas de la legalidad, cesando las persecuciones, discriminaciones y proscripciones, y dictando una amplia amnistía que comprenda a todos los que están en la cárcel o en el exilio acusados de delitos políticos”.
A su vez, esta presentación del programa político de su fuerza exhibía su apuesta hacia una superación del peronismo, un ítem ya clásico en las izquierdas nacionales. “Sólo podrá superarse mediante una adecuación programática más acabada a la conciencia real de las masas, una forma más completa y profunda de solucionar los problemas populares y las angustias nacionales. Pero ello como vivencias recogidas y aceptadas por los trabajadores sobre la base de su propia y exclusiva experiencia. Compréndase bien, señor presidente, que el descamisado de hoy es el montonero de ayer. La misma pasión conduce al hombre de overol a pelear por lo suyo, no ya con la tacuara sino con la organización sindical y con el sufragio”.
Hacia el final de su brillante intervención, Deghi retomaría la clasificación del gobierno de facto y la ilegalidad de lo que allí trataban. “El Partido de los Trabajadores afirma que el proceso que se inicia en septiembre de 1955 no sólo no es revolucionario en el concepto jurídico, ni en el literal, ni en el peyorativo, sino que es esencialmente contrarrevolucionario. Ese movimiento interrumpió el curso de un proceso nacional y popular, pero no lo ha sustituido por nada que no sea la violencia o la restauración de los privilegios de la oligarquía y de los grandes consorcios extranjeros”. En tanto que la proclama del 27 de abril de 1956 “ha significado la destrucción de los recaudos legales que el pueblo trabajador y la Nación tenían para defender sus legítimos intereses”.
Pero lejos de aceptar el presente de derrota que se alzaba a su alrededor, este joven abogado indicaría que “a la clase trabajadora no se la ha destruido, ni se le podrá destruir su espíritu de lucha y su decisión de defender sus intereses, que son los de la Nación”. En el cierre dejaría para la eternidad una toma de postura que lo definiría, al abandonar un recinto al que denunciaba por la ausencia de legitimidad en su accionar. “La mayoría del pueblo argentino, la clase trabajadora, que es la Nación misma, está ausente de este debate, y en cumplimiento del mandato de mi partido, procedo a hacer abandono de mi banca”.
Abogado de las trabajadoras/es: una apuesta por el cooperativismo
El testimonio de su hija Elena Deghi ante la Cámara Federal de La Plata el 16 de Agosto de 2000, en el marco de los Juicios por la Verdad y el esclarecimiento de los casos de crímenes cometidos durante el Terrorismo de Estado, nos permite conocer de cerca su actividad política y cooperativista en Zarate. “En 1959 se diluye el Partido de los Trabajadores y comienza su actuación política desde lo profesional, como Abogado Profesional, defensor de la clase obrera y netamente cooperativista, por una Cooperativa no solamente de trabajo sino también de crédito para el trabajador. También asesora gratuitamente a la Biblioteca y al Círculo Popular de Cultura de Zarate”.
Deghi junto con los gremios de la ciudad organizaron varias cooperativas obreras: las más destacadas fueron la Cooperativa Martín Fierro Ltda. (a través de la cual se recuperó bajo control obrero el Frigorífico Martín Fierro) y la Cooperativa Química Zárate Ltda. (que logró administrar la ex fábrica Meteor). Llegarían a ser de las primeras cooperativas en exportar productos e insumos a Europa, algo que aún hoy se recuerda con orgullo en su ciudad natal. Asimismo, colaboró como síndico en la Unión Cooperativa de Crédito del Pueblo Productor y en la Cooperativa de Trabajos Portuarios de Campana, entre otras.
Noticias del fin: persecución y muerte
El relato de Elena Deghi es elocuente además para conocer el tipo de persecución que sufrió su padre, que culminaría con su asesinato a manos de las fuerzas de la dictadura cívico militar que usurpó el poder en marzo de 1976. “Estando en Perú en el año 75 allanan por primera vez mi casa. En esta oportunidad durante el mediodía, revisan mi casa, hasta se podría decir de una manera educada, nos dejan una nota… Yo en esa oportunidad tendría 11 años, no recuerdo, sí tengo guardado un escrito que nos deja la persona que estaba al frente del allanamiento, dando constancia de la buena voluntad de mi madre haciéndoles ver toda la casa, incluso el estudio de mi padre. En esa oportunidad mi madre le avisa estando él en Perú, para que no volviera porque lo estaban buscando, pero mi padre se niega a no volver, diciendo que no tiene nada que esconder y no tiene por qué huir de su país”.
“Haciéndose pasar por un mendigo frente a mi casa estaba instalada permanentemente una persona, hasta que en noviembre del mismo año, entran esta vez por la fuerza, forzando las puertas de mi casa y del estudio de mi padre durante la madrugada, lo llevan a mi papá a la Comisaría de Zarate, mi mamá lo acompaña, allí lo separan y mi padre desaparece por una semana. Vuelve diciendo que lo habían secuestrado y torturado estando en el Tigre. Así mismo se queda en Zarate, y en la madrugada del 24 de marzo de 1976 vuelven a allanar mi casa, nosotros no estábamos allí, ante la insistencia de esta gente en entrar permanentemente a mi casa, mi padre el 1° de abril del 76 se presenta a la Prefectura del Puerto de Zarate, donde queda detenido. Mi madre puede verlo durante cinco días y al sexto día le niegan toda presencia de mi papá allí, como si nunca hubiese estado. Creo que aproximadamente por un mes no supimos dónde estaba, hasta que por gente de Zarate que estaba detenida en el Penal de Sierra Chica, supimos que él se encontraba allí. A partir de ese momento pudimos visitarlo durante un año y medio”.
“A los seis meses le levantan la pena del Poder Ejecutivo y sale su libertad en la lista que salía en los diarios, por lo que mi madre lo viene a buscar el 21 de marzo de 1978. Supuestamente mi padre saldría a las cuatro de la tarde, ese plazo se extendió hasta las once de la noche. A esa hora mi madre estaba en el hall del penal esperándolo, creo que hasta como un sarcasmo le preguntaron si era la viuda de Deghi. Y una vez que salió a las once de la noche, le indicaron el camino por donde tenía que ir y a los 100 metros los secuestran a los dos. Eran dos Falcon, los llevan a los dos, supongo que a un Centro Clandestino, donde la tienen a mi madre esposada en una cama durante algunas horas. No me contó qué le pasó, ni qué le dijeron, ella sí me dijo que por debajo de la capucha podía ver botines, borceguíes. Luego la liberan encapuchada y esposada, después la recoge un camionero que le pregunta insistentemente qué es lo que le ha pasado a lo que mi madre no contesta, sé que adentro de la cartera le habían puesto los mismos panfletos que encontraron en el cuerpo de mi padre, que hacían alusión a una ejecución por parte de Montoneros y mi madre consigue venir a La Plata. Presenta recursos de Hábeas Corpus donde interviene mi prima también como Abogada y socia de mi padre”.
Testimonios judiciales indican que Juan Carlos Deghi pasó por varios Centros Clandestinos de Detención como el Pozo de Banfield, el Hospital Militar “Campo de Mayo”, la Unidad Penal 2 de Sierra Chica y finalmente la Unidad 9 de La Plata. Según registra el sitio dedicado a las/os desaparecidas/os de Campana y Zarate, el día 21 de marzo de 1978 al salir en libertad, a 70 metros de la Unidad 9 fue nuevamente secuestrado junto a su esposa quien lo había estado esperando durante largas horas de esa jornada. Al caminar una cuadra dos automóviles de los cuales descendieron un grupo de personas que los esposaron, encapucharon e introdujeron en uno de los autos. Ella fue liberada el día 22 de marzo, en un lugar cercano a la Ruta N° 2. El cuerpo de Juan Carlos fue hallado ése mismo día en Ruta Prov. Nº 36 Km 20, frente a la entrada del establecimiento “El Gaucho”. Pudo determinarse que fue asesinado en la vía pública en una ejecución de cautivos a cargo del Primer cuerpo del Ejército.
En Noviembre de 2010, en el marco de la causa N° 2901/09, la Cámara Federal de La Plata condenó a los asesinos de Deghi por delitos de lesa humanidad. A los ex prefectos David Abel Dupuy e Isabelino Vega les correspondió la pena de prisión perpetua, por su asesinato y el de otras seis personas (Dardo Cabo, Roberto Rufino Pirles, Ángel Georgiadis, Horacio Rapaport y Marcos Ibáñez Gatica, arrancados de prisión y ejecutados en forma sumarísima, más los tormentos seguidos de muerte de Alberto Pinto), así como por las torturas producidas a setenta personas detenidas en el penal.
Recuperar la vida y la obra de Juan Carlos Deghi nos permite analizar con detenimiento uno de los momentos más oscuros de la historia argentina reciente, pero al mismo tiempo conocer una historia de entrega y compromiso que buscó “avanzar un tramo más en el largo camino que tiene por meta la justicia social”. Que este recuerdo valga para honrar su memoria, y sirva de inspiración para quienes buscan un futuro mejor que nos aleje de enfrentamientos y persecuciones.
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