Por: Agustina Iglesias Skulj
Hace unos días se publicó el Decreto 808/2021 que busca jerarquizar y formalizar las actividades en el ámbito de esta Dirección Nacional y modifica el nombre de la Escuela para incluir a quienes representan más de la mitad de sus estudiantes.
Entre sus considerandos el decreto menciona la necesidad de la incorporación de la perspectiva de género con carácter sistemático y efectivo. La modificación del nombre institucional responde a un proceso que tiene características propias en tanto se propone revertir las resistencias al cambio que existen en toda sociedad y en las instituciones; y su institucionalización no se da en el vacío, sino en avances concretos. En efecto, esta incorporación está imbricada con nuevas demandas sociales y la consolidación del Estado de Derecho y habilita, por un lado, articular la perspectiva de género con otros ejes de discriminación, y por otro lado, profundizar el conocimiento sobre los mecanismos que generan las desigualdades en campos específicos: salud, trabajo, educación, acceso a los servicios, entre muchos otros.
Este Decreto se hace eco de la necesidad de lograr una más justa distribución de los recursos y oportunidades sociales entre mujeres cis y trans y diversidades y (cis)varones con la finalidad de fortalecer su participación y protagonismo en todos los espacios sociales en que se encuentren, en el debate público y en los círculos de decisión.
Los planteamientos feministas sobre la necesidad de desarrollar políticas públicas que contribuyan a la despatriarcalización de nuestras sociedades han sido fundamentales en la configuración de nuevos sentidos y de nuevas realidades materiales.
Los feminismos han tenido una impronta significativa en la construcción de la institucionalidad democrática en Argentina y en la región mediante el acompañamiento para generar nuevos pactos sociales más inclusivos. Lo anterior ha sido posible gracias a la elaboración desde los feminismos de propuestas teóricas críticas sobre las relaciones de poder que contienen una voluntad ética y política de denuncia, así como una vocación de transformación social. Así, los feminismos interpelan las desigualdades que se producen de forma interseccional por razones de género, sexualidad, clase, racialización, nacionalidad, localización geográfica, etc., y buscan generar procesos de cambio en todas las áreas de la vida dónde esas interseccionalidades se manifiestan como desbalances de poder.
Con este Decreto, la ECAE busca profundizar la reflexión desde lo concreto; es decir, desde las condiciones específicas de subordinación de las mujeres. En el sujeto “mujeres”, como categoría política, se articulan localizaciones específicas, materialidades concretas, así como memorias e historias diversas de discriminación, pero también múltiples experiencias de resistencias y luchas.
Por ello, no se trata exclusivamente del cambio del nombre de una institución educativa, sino de dar institucionalidad a las insistentes estrategias de colectivos minoritarios que luchan por ser nombradxs. Es ahí donde podemos apreciar una de las virtualidades del lenguaje como herramienta de transformación social, el cuestionamiento de conceptos plenamente consolidados. Así, los feminismos se apropiaron de una idea de George Steiner que afirma que “Lo que no se nombra, no existe”.
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