Por: Redacción Broquel
Entrevista a Karina Bidaseca, quien dirigió el estudio “El impacto del Covid 19 en la vida de las mujeres urbanas y rurales en Argentina”, que se enmarca en las actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET en la Unidad Coronavirus, y constituye una acción conjunta con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. “Las violencias estructurales interseccionales e históricas como el patriarcado y el racismo hacia las mujeres rurales, urbanas y disidencias en el contexto de pandemia reforzaron la precarización y vulnerabilidad de sus vidas, así como expuso la crisis del cuidado en sus familias y comunidades”.
Revista Broquel: ¿Cómo surge el informe “Impacto del COVID-19 en la vida de las mujeres”?
Karina Bidaseca*: El estudio surgió de la demanda de organizaciones sociales y universidades de Argentina y Brasil, a fin de comprender cómo el COVID-19 ha impactado las mujeres afrodescendientes, originarias, migrantes, las jefas de hogar, las trabajadoras domésticas, trabajadoras de la economía solidaria, mujeres trans, disidencias, las mujeres vulnerables de los barrios populares de las ciudades y zonas rurales. Así como, la pandemia ha reorganizado sus vidas y territorios desde una mirada interseccional, feminista, anti-racista y descolonial.
RB: ¿Cuál fue la metodología empleada y qué universo buscaron alcanzar?
KB: La posición epistemológica del estudio concibe la vulnerabilidad estructural como una variable histórica que se exacerba durante la pandemia, en que “las vidas de las mujeres son expuestas a violencias estructurales interseccionales vinculadas íntimamente al racismo y al patriarcalismo que portan los cuerpos racializados y sexualizados” (Bidaseca, 2016), como a las formas de precarización materiales, físicas, emocionales como resultado de la afectación del COVID-19. El estudio se desarrolló a partir de una metodología mixta cualitativa y cuantitativa, de carácter virtual mediante el uso de Whatsapp dadas las características del confinamiento de las investigadoras y de las mujeres. La encuesta on-line tuvo un enfoque exploratorio y fueron complementadas con entrevistas y relatos de vida de experiencias que las mujeres nos compartieron. Se buscó realizar un trabajo en conjunto y junto con las mujeres afrodescendientes, originarias, migrantes, las jefas de hogar, las trabajadoras domésticas, trabajadoras de la economía solidaria, mujeres trans, disidencias, las mujeres vulnerables de los barrios populares de las ciudades y zonas rurales, que alcanzó un universo de 2.274 encuestas: 2.135 urbanas y 139 rurales. A partir del estado de conocimiento público y la colaboración de una red federal que incluyó a 14 Universidades Nacionales y 69 organizaciones sociales, su alcance fue más amplio de lo esperado.
RB: ¿Cuáles considera que fueron los datos más relevantes que han obtenido?
KB: Las violencias estructurales interseccionales e históricas como el patriarcado y el racismo hacia las mujeres rurales, urbanas y disidencias en el contexto de pandemia reforzaron la precarización y vulnerabilidad de sus vidas, así como expuso la crisis del cuidado en sus familias y comunidades. Resulta significativo el porcentaje de las mujeres urbanas que son jefas de hogar (55,1%), responsables en su mayor parte (84,1%) de los trabajos domésticos y de cuidados. Según la percepción de la gran mayoría de las mismas (82%), aumentó el trabajo doméstico y de cuidados durante la cuarentena. El 54,8% respondieron que, entre todas las personas de la familia que son co-responsables, las mujeres son las que trabajan más. Si bien la muestra urbana evidencia un alto nivel educativo, resulta importante observar el impacto sobre las condiciones laborales de las mujeres: el aumento de la precarización del trabajo, la pérdida de ingresos – al ser parte muchas mujeres de las economías populares, artesanas – y por las propias condiciones materiales de infraestructura de los hogares y barrios donde residen. El estudio muestra como estos indicadores de vulnerabilidad se incrementan por segmentación entre mujeres afrodescendientes, trans/travesti, originarias, migrantes.
Una de las principales dificultades es la de conseguir trabajo, dado que en muchos casos se trata de mujeres que viven de trabajo precario o “changas”, un porcentaje muy alto en las mujeres trans/travesti (44,4%) y significativo en las mujeres originarias (36,4%) y las afrodescendientes (32,8%).
RB: ¿Cuál es la situación que encontraron en las zonas rurales?
KB: Las mujeres rurales y originarias son principalmente afectadas por la destrucción de la naturaleza, al aumento de enfermedades relacionadas con la degradación medioambiental, el impacto del cambio climático, el uso indiscriminado de productos químicos, la falta de agua potable y la imposibilidad de acceder a los alimentos. El 46,8% no está produciendo durante la pandemia y un 15,8% sólo produce para consumo familiar. Del 37,4% que sí están produciendo, el 74% están comercializando en la comunidad y el 22% en las ferias. En términos de acceso a los alimentos, el 48,9% dijo conocer alguna familia que está con dificultades. El 26,6% ha empeorado su alimentación. De la muestra rural el 68,3% se trata de jefaturas femeninas, siendo que un 94,1% de las mujeres rurales y originarias respondieron ser las responsables del trabajo doméstico y de cuidados. Las mismas se encuentran infectadas directamente o indirectamente por el COVID-19 (4,3%) y el 39,6% son responsables del cuidado de alguien perteneciente al grupo de población en riesgo o bien están al cargo de adultos/as mayores dependientes. Para la percepción de un 73,4% de las mismas aumentó el trabajo doméstico y de cuidados durante la cuarentena. En el estudio se pudo observar que en el contexto rural, otros agravantes inciden sobre la vida de las mujeres rurales y originarias como la violencia institucional marcada en los relatos de vida, los conflictos territoriales, y de tenencia precaria de la tierra fueron apuntados por las mismas como algunas de las dificultades que se intensifican en este momento de ASPO, complejizando el entramado y circuito de las violencias de género sobre los cuerpos femeninos racializados.
RB: ¿Qué datos pudieron recabar en torno a las violencias en contexto de pandemia?
KB: Un aspecto que queremos subrayar es en relación a la violencia contra las mujeres en la muestra urbana: un 7,5% de las mujeres urbanas sufrieron alguna forma de violencia durante la cuarentena; el 4,8% no hicieron la denuncia, contra un 0,8% que sí la hicieron, mientras que el 1,9% no se sintieron cómodas para responder. Según las mujeres urbanas encuestadas, la percepción de las violencias de género aumentó en un 84,6%, sin que esto implique necesariamente un aumento en el número de casos de violencia. Para las mujeres rurales y originarias encuestadas, se observó que un 18% sufrieron alguna forma de violencia de género. El 12,9% no hicieron la denuncia, contra el 2,2% que la hicieron. Mientras el 2,9% no se siente cómoda para responder. Respecto de la percepción de las violencias de género aumentó en un 81,3%, sin que esto necesariamente represente un aumento de los casos.
RB: ¿Qué acciones o políticas le parece que este informe permite impulsar?
KB: Esperamos que este informe pueda brindar información y elementos para el diseño y planificación de políticas públicas con perspectiva de género y anti-racista, apuntado principalmente para el período post cuarentena en Argentina. A su vez, consideramos necesario incorporar una mirada feminista con perspectiva interseccional sobre las políticas públicas de género direccionadas hacia las mujeres trans/travesti, afrodescendientes, rurales, originarias y migrantes.
Para las mujeres afrodescendientes la vulnerabilidad estructural del racismo profundiza aún más las desigualdades socio-económicas y culturales. Por ello es imprescindible la inclusión en las políticas de empleo y de protección social, como la política habitacional. Para las mujeres migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo, las políticas de protección social son urgentes, eliminando los criterios excluyentes y tomando medidas extraordinarias que faciliten el acceso a la documentación y los trámites de regularización migratoria durante el confinamiento. Para las mujeres trans/travestis urge además resolver el riesgo habitacional, ya que se han incrementado los desalojos, como el acceso a recursos institucionales.
En el caso de las mujeres rurales, los problemas específicos que las afectan se vinculan con los conflictos territoriales y tenencias precarias de la tierra; las violencias institucionales incrementado entre las mujeres originarias; el acceso a agua potable y acceso a internet. Garantizar la infraestructura de producción y comercialización, como mejorar la alimentación a partir de la perspectiva agroecológica, se torna urgente. La división sexual desigual del trabajo, la violencia contra las mujeres, y el racismo son cuestiones fundamentales para ser complejizadas como condición para superar una vida de opresión y desigualdades.
*Es investigadora del Conicet y coordina la RIOSP en derechos humanos. Es profesora titular en NUSUR. Núcleo Sur Sur de estudios poscoloniales, performances, indentidades afrodiasporicas y feminismos IDAES UNSAM. Coordina el Programa Sur Sur en CLACSO. Escribió más de 20 libros sobre teoría feminista Poscolonial, interseccionalidad y agroecología; y estéticas descoloniales feministas. Recibió la Beca del FNA.
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