Por: Federico Visacovsky Imagen: José Nico
Juliana Cassataro, Bióloga (Universidad Nacional de Mar del Plata) y doctora en Inmunología (Universidad de Buenos Aires), dialogó con Broquel y contó cómo marcha el desarrollo de “ARVAC Cecilia Grierson”, la vacuna argentina contra el COVID 19. La científica, a cargo del equipo de investigación del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín y el CONICET, explicó detalles del proyecto y adelantó cuando podría comenzar a utilizarse.
Revista Broquel: ¿En qué etapa se encuentra el desarrollo de la vacuna?
Juliana Cassataro: Está en lo que se llama la etapa preclínica. Es una fase de pruebas en animales que se realiza antes de los ensayos en humanos: probamos los prototipos, qué respuesta inmune induce y se hacen exámenes de toxicidad para ver que sea segura. Son muy importantes esos ensayos de seguridad. Estamos trabajando un montón para poder pasar lo antes posible a una Fase 1 en humanos, pero sin saltearnos esas etapas.
RB: ¿Cuándo cree que pasarán a esa Fase 1?
JC: Es difícil el tema de los tiempos. Si todo va como lo planeado, y si no hay ningún contratiempo, pensamos que podríamos hacerlo en enero de 2022.
RB: ¿Esta vacuna se parece a otras anteriores?
JC: La fórmula de esta vacuna se basa en proteínas recombinantes, una tecnología similar a la usada en la vacuna de la Hepatitis B o el VPH.
RB: ¿Cómo piensa que va a evolucionar el COVID de acá a unos meses?
JC: Los virólogos y epidemiólogos piensan que estas vacunas son muy eficientes y que por eso van a contener la pandemia, pero lo que se cree es que el coronavirus va a quedar endémico en los diferentes países. Se estima que durante mucho tiempo se va a tener que seguir vacunando contra las distintas variantes, ya a nivel endémico, tal como pasa con la gripe.
RB: Hoy la Argentina aplica diferentes vacunas (Sinopharm, Sputnik, AstraZeneca) y eso implica que en pocos meses una gran parte de la población estará vacunada. En ese sentido, ¿cómo va a funcionar la vacuna que ustedes están desarrollando?
JC: Estamos trabajando con un prototipo que es para refuerzo y con cambio de variante. La estamos pensando para fines del año que viene, cuando probablemente se va a necesitar un refuerzo para muchas de estas vacunas y plataformas y con cambio de variante para las que estén en circulación en ese momento. También para los chicos que no se vacunaron, o los pediátricos, tenemos otra plataforma que tenemos que probar en otros ensayos clínicos distintos, que van a ser diferentes.
RB: ¿Qué significa que dentro de un tiempo pueda haber una vacuna argentina?
JC: Muchas cosas. Por un lado, es tener una plataforma propia de principio a fin. Nosotros ya tenemos todas las capacidades de producir el principio activo y envasarlo, y también tenemos científicos que pueden diseñarlo; por ahí lo que no tenemos es todo eso en una misma línea. Creo que significaría cumplir con todas esas etapas y brindarle al país algo de independencia en la producción de vacunas y en la sustitución de importaciones, soberanía sanitaria y económica. Hay muchas cosas que puede generar. Hay decisiones que no podemos tomar; por más que querramos usar las vacunas que hacen otros no siempre se puede, entonces hacerlo propio genera otra independencia.
RB: ¿Cómo es posible este proyecto?
JC: Tiene que ver con que nosotros teníamos experiencia previa (desarrollando vacunas). Después hubo un llamado de la Agencia Nacional de Promoción Científica (Proyectos COVID) del Ministerio de Ciencia. Pensamos que las capacidades previas que teníamos las podíamos aplicar a este problema. Al principio, la financiación era un monto que para una vacuna no alcanzaba. El primer año lo que hicimos fue desarrollar las herramientas para buscar un prototipo. Un proyecto de vacunas es muy caro y las vacunas que tan rápido salieron fueron financiadas con miles de millones de dólares. Entonces, como te decía, el primer año lo que hicimos fue poner a punto las herramientas que había para medir la respuesta inmune y elegir los prototipos, y a fin del año 2020 lo que hicimos fue colaborar con una empresa argentina, Laboratorio Cassara. No solo es importante nuestra idea, sino que esta pueda escalarse a nivel industrial y llevarse a un proceso de produccion con buenas prácticas de manufactura. No es solo los investigadores de un laboratorio. Ellos están trabajando en todo este proceso industrial de producción, con el principio activo de los prototipos que nosotros hicimos, y estamos trabajando con ellos también en cómo se hacen los ensayos clínicos.
RB: Hablando de los no vacunados, ¿qué le pasa cuando escucha que una vacuna no sirve?
JC: Yo elegí la ciencia porque con los datos uno podría evitar la cuestión geopolítica de una vacuna. No se puede analizar políticamente un resultado científico. Entonces, la verdad que es una lástima que haya entrado la grieta en este tema. De todas formas, con el tiempo se empiezan a ver los resultados y termina siendo indiscutible. No es una cuestión de Boca – River; un resultado es un resultado y está a la luz que todas estas vacunas funcionan. Previenen de la internación y la muerte, que es lo más importante.
RB: ¿Qué se debe hacer con las personas que no quieren vacunarse? ¿Qué peligro representan?
JC: Yo creo que hay que explicarles y mostrarles los datos. Lo que más se prueba es la seguridad y es notable cómo disminuye la mortalidad gracias a todas las vacunas que nos damos en el calendario. Los datos son categóricos. Entonces, me parece clave mostrar datos. Si bien es cierto que a veces no se puede convencer a todo el mundo, en Argentina la gran mayoría de la población sabe de la importancia de las vacunas.
RB: En el pasado desarrolló algunas investigaciones sobre vacunas aplicables por vía oral. ¿Cómo sería en el caso de la del COVID?
JC: La vía oral es la mejor vía para aplicar una vacuna en el sentido que lo hacés rápido, no necesitas personal adiestrado. Trabajamos en compuestos que mejoran la aplicación de vacunas orales pero, en este caso, hay que ver qué respuesta inmune induce protección, y el correlato más alto para este tipo de vacunas de las que ya funcionan son los anticuerpos neutralizantes en sangre, que se inducen con vacunas inyectables, y también se sabe que los anticuerpos en mucosa tienen un rol importante, sobre todo a nivel respiratorio. La vía oral induce más respuestas a nivel gastrointestinal y algo en pulmón. Lo que pasa es que cuando uno hace este tipo de proyectos lo muy innovador puede retrasar el proceso regulatorio y el de aprobación. Entonces, como queremos que esto se haga en un tiempo que sirva para la Argentina y que podamos hacerlo acá, nos enfocamos con algo más tradicional.
RB: ¿Cómo es posible que a un año y medio de desatada la pandemia contemos con tantas vacunas?
JC: La verdad que es un hecho histórico y de una trascendencia increíble. Yo tampoco lo puedo creer. A nivel geopolítico hay que prestarle atención a quiénes hicieron esas vacunas: son países que vienen invirtiendo billones de dólares en investigación y desarrollo, tanto estatal como privado, durante años. Entonces eso te genera un sistema científico-tecnológico con la capacidad de haber hecho algo así tan rápido. No es algo mágico, también tiene que ver con todo el trabajo previo; son grupos que hace mucho vienen probando estas plataformas.
RB: Y en ese sentido, es muy valorable que Argentina sea uno de esos países con capacidad para desarrollar una vacuna
JC: Es lo que nos pasó con los satélites o la energía nuclear. Argentina no fue el primero en su momento, pero al final llegó y tenemos esa capacidad instalada. Después de muchos años de inversión y de trabajo sostenido lo pudimos hacer. Hoy es una realidad la capacidad de hacer satélites o reactores nucleares, entonces ¿por qué no podemos hacer una vacuna?
RB: Uno de los problemas con las vacunas es la desigualdad en la distribución. En ese sentido, ¿cuál es su visión respecto de la liberación de las patentes?
JC: Por un lado, en un contexto de pandemia tiene un sentido humanitario importante. Es un contexto grave y doloroso para todo el mundo. Puede hacer que otros países puedan utilizar esa tecnologia e impediría que no se utilice algo muy bueno porque está patentado. Además, uno mismo puede ver algo que está patentado y mejorarlo. En algunas cuestiones la innovación pueden mejorar y en otras no porque algunos empresarios dicen que no invertirían si no tuvieran protegido ese desarrollo. Es un debate mundial. En este contexto es importante liberarlas, aunque no creo que sea la solución total: si las liberás hoy no quiere decir que mañana vas a tener todas las vacunas listas, es un proceso mucho más grande que tener la receta, necesitás todo el conocimiento para producirla, desarrollarla, la capacidad instalada, las plantas, inversiones previas; no es que las podés hacer porque tenés un papelito con la receta, no es una receta de cocina.
RB: Con su equipo ya le pusieron nombre a la vacuna: Arvac Cecilia Grierson: ¿Qué le genera ella?
JC: Me encanta su historia, es una pionera en todo sentido. Fundó la Escuela de Enfermeras de Latinoamérica, también lucho por los derechos de las mujeres y fue la primera médica, y en ese sentido me parece que es un homenaje a los médicos y enfermeros que fueron quienes estuvieron en la primera línea y a la mujer, entonces me pareció que ella, con su historia, dio todo lo que nos parece importante. Ojalá que nuestra vacuna sea así de pionera.
Creo que este proyecto va a ser posible si hay una decisión política de que esto ocurra. No solo necesitamos recursos, tiene que haber una decisión muy fuerte de que Argentina pueda tener su vacuna hecha acá de cero. Y ojalá que esto sea un plan a largo plazo para otros proyectos.
* Juliana Cassataro (1974) es investigadora principal del CONICET. Es especialista en inmunología, enfermedades endémicas, tecnología sanitaria y curativa y vacunas. Entre otras distinciones fue ganadora del Premio Bunge y Born 2014, Premio Houssay 2017 en Ciencias de la Salud yrecibió la mención del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” en 2019.
Dirige el laboratorio de Inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas del IIB, donde también trabaja como docente de grado y posgrado. Además, lidera el grupo de investigadores e investigadoras dedicados a desarrollar una vacuna contra COVID19.
La vacuna en desarrollo “ARVAC Cecilia Grierson” es el primer proyecto seleccionado del llamado realizado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) en el marco de la Unidad Coronavirus que integra junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y el CONICET. Podrá utilizarse tanto como refuerzo de las vacunas actuales como para la inmunización primaria de personas no vacunadas.
Es un orgullo tener entre nosotros una científica, -como muchos otros que trabajan sin el reconocimiento mediático y sin la difusión general que merecen- que con su formación, esfuerzo y lucidez trabaja para mejorar las condiciones de la salud, del desarrollo de las investigaciones científicas y de los derechos a la equidad y el reconocimiento de mujeres y de las personas que luchan por una vida humana más digna y justa.
Excelente la entrevista de Federico Visacovsky.