CULTURA

Homenaje al documentalista David “Coco” Blaustein

Por: Marcela Barbaro
Imagen: Télam

“La honestidad intelectual, el compromiso ante la defensa de los derechos humanos y su sensibilidad artística encuentran en su estilo documental, la expresión auténtica de un hombre que supo combinar el verismo testimonial socio-histórico con el cuidado en la composición visual, a fin de lograr un discurso retórico movilizante y apelativo”.

“Un país sin cine documental
es como una familia sin un álbum fotográfico”
Patricio Gúzmán.

La reciente partida del director, guionista y productor David «Coco» Blaustein (1953-2021) deja un vacío en el cine documental político argentino y en el ejercicio de la memoria como motor del compromiso ético, social y artístico que reflejan sus películas.

Desde su inicios con “Cazadores de utopías” (1995), “Botín de guerra” (2000), “Hacer patria” (2006), “Porotos de soja” (2009) -codirigida con Osvaldo Daicich, “Fragmentos rebelados” (2009), “La Cocina” (2011), hasta su última película “Se va a acabar” (2020) con Andrés Cedrón, a la que dedicamos una nota en el número de abril; David Blaustein supo abrirse camino a través de una mirada que siempre intentó explicar y acercar al espectador los distintos períodos históricos por los que atravesó el país.

“Me interesa la construcción de un relato coral y me interesa la construcción de personajes anónimos”, decía el realizador. Ese relato coral le da a la película sentido cinematográfico y un nivel de credibilidad muy fuerte”.

A su trayectoria, se suma el haber sido parte del grupo de cineastas que impulsó la actual Ley de Cine, sancionada en septiembre de 1994; su gestión como Director del Museo de Cine entre el 2000 y 2008; y la conducción del programa sobre cine “Manivela” por Radio Nacional.

La honestidad intelectual, el compromiso ante la defensa de los derechos humanos y su sensibilidad artística encuentran en su estilo documental, la expresión auténtica de un hombre que supo combinar el verismo testimonial socio-histórico con el cuidado en la composición visual, a fin de lograr un discurso retórico movilizante y apelativo.

Sus documentales tomaban cuerpo y forma mediante el proceso de investigación, las entrevistas, las imágenes de archivo, audios, fragmentos de películas, fotografías y filmaciones sobre acontecimientos que nos permiten redescubrirlos de otra manera.

Orientado hacia temáticas que interpelan el pasado e intervienen el presente, la obra de Blaustein siempre estuvo atenta a los hechos que marcaron nuestra forma de construir y organizar políticamente al país.

En Cazador de Utopías explicaba la violencia política en Argentina de los setenta haciendo foco en la izquierda peronista y en montoneros; Botín de guerra se centrará en la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo ante la búsqueda de sus nietos desaparecidos en la última dictadura cívico militar; Hacer Patria se vuelca a reconstruir su historia familiar a través de la vida de su padre, un inmigrante polaco que llegó al país junto a la ola inmigratoria de principios de siglo XX que fue moldeando nuestra identidad; Fragmentos Rebelados une el cine y la militancia política para abordar la vida del cineasta y activista sindical desaparecido Enrique “Quique” Juárez en el marco del auge del Nuevo Cine Latinomericano de los sesenta y setenta; Porotos de soja junto a Osvaldo Daicich respondía al “cine de emergencia y urgencia para generar debate” sacando las cámaras a la calle y registrar los hechos en relación a la crisis agropecuaria durante el gobierno kirchnerista; La cocina, también en colaboración con Daicich, se focalizó en el arduo proceso tras la aprobación de la Ley de Medios. Su última película, Se va a Acabar co dirigida con Andrés Cedrón trata sobre la complicidad y el rol de los empresarios en la dictadura del `76, con el fin de desmantelar la actividad sindical de las fábricas y desarticular la politización obrera.    

Sin duda, la claridad discursiva y la coherencia ideológica que se desprenden a lo largo de la obra de Coco Blaustein demuestran quién era y desde dónde miraba la realidad. Sus imágenes reafirman la funcionalidad del documental político como un medio de intervención histórica.

A él, nuestro sentido homenaje y agradecimiento.

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