CIENCIA Y TECNOLOGÍAENTREVISTASTAPA

“No hay un desarrollo autónomo, soberano e inclusivo sin ciencia y tecnología”

Ana María Franchi
Por: Federico Visacovsky

Ana María Franchi, presidenta del CONICET, dialogó con Broquel luego de que el mencionado organismo fuera calificado como la mejor institución gubernamental de  ciencia de Latinoamérica. Durante la entrevista, la investigadora explicó cómo fue el camino para llegar a tal distinción y reflexionó sobre la importancia que tienen la ciencia y la tecnología para el desarrollo del país.

Revista Broquel: ¿Qué significa para usted que el CONICET haya sido ubicado en el primer puesto del ranking Scimago 2021 a nivel Latinoamericano?

Ana María Franchi: Es un reconocimiento muy importante tanto para nuesta comunidad científica como para el personal técnico, administrativo y les becaries. Todos trabajan en conjunto para llevar adelante las tareas de investigación. El CONICET sigue apostando a la calidad y es reconocido internacionalmente. Durante el gobierno anterior se nos maltrató no solo desde el punto de vista presupuestario y salarial, sino que desde el propio gobierno y de los medios de comunicación se nos preguntaba qué hacíamos, para qué investigábamos, para qué estabamos. Hasta nos dijeron que éramos el “ñoquicet”. Entonces, este reconicimiento internacional, que está por fuera de cualquier influencia, es algo muy grato.

RB: ¿Cómo cree se llega a este logro?

AF: Se llega a partir de publicaciones científicas, transferencias tecnológicas, etc, pero con un trabajo de todos los días. Hay una cosa que es muy clara: lleva muchos años formar a un investigador. Una carrera universitaria dura 5 o 6 años, un doctorado, 5,  y un posdoctorado, 3 más. Empezás a sumar y estamos cerca de los 15 años. Entonces, no es que de golpe tengo mucha plata y tengo una comunidad científica. Es una inversión permanente en educación. No hay ciencia y tecnología sin educación. No hay un desarrollo autónomo, soberano e inclusivo sin ciencia y tecnología. Poder llegar a este logro significa que durante muchísimos años se invirtió, se confió y se formó una comunidad científica.

RB: ¿Qué siente cuando se habla de “los ñoquis del CONICET”?

AF: Mucho dolor. Hace 41 años que trabajo en el CONICET. Cuando ingresé como presidenta dije que no tenía puesta la camiseta, sino que la tenía tatuada. La investigación es una tarea full time, con muchísima dedicación. Uno tiene amigos de la misma profesión y nos la pasamos hablando no tanto de nuestra propia investigación, sino sobre qué tendríamos que hacer para mejorar. Entonces, ser despreciados por gente que no sabe ni lo que es el CONICET fue muy foloroso. Fueron años muy difíciles para nosotros, sobre todo porque era muy desalentador para que la gente joven se dedique a la ciencia. Fuimos ninguneados; incluso un ministro se preguntaba si había que gastar en ciencia.

RB: ¿Qué siente cuando camina por la calle y ve a tanta gente usando el barbijo del CONICET o que haya científicos/as argentinos/as produciendo vacunas?

AF: Me pone muy contenta. En el caso del barbijo es la demostración de como nuestros investigadores/as pudieron relacionarse con una PYME textil de San Martín que hoy hace un producto que usan muchos ciudadanos. Hoy esa PYME tiene empleados/as con un trabajo de mayor calidad. La ciencia y la tecnología han producido un barbijo que ha cambiado la situación laboral de muchas personas. Ser un país que puede producir vacunas es fantástico; es pensar que el trabajo de muchos y muchas se refleja en algo que beneficia y mucho a la población. Nos formamos en las universidades públicas, hicimos nuestros doctorados con diversas becas del CONICET y nuestro salario lo paga el pueblo argentino. Esta es una forma de poder devolver algo de lo que hemos recibido.

RB: ¿En que fase están las vacunas que se están investigando en la Argentina?

AF: Hay 3 ó 4 que están adelantadas. La más avanzada es la que está trabajando el grupo de la doctora Juliana Casataro, una investigadora del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín. Ella está terminando la fase preclínica. Estamos pensando que para mediados o fines del año que viene podría estar lista, si todo sale bien.

RB: ¿En qué situación encontró al CONICET al asumir y cuál es el panorama actual?

AF: Habíamos perdido un 30% del presupuesto real y los salarios y las becas estaban muy mal. Durante el gobierno de Macri los ingresos fueron reducidos terriblemente, sumado al maltrato que recibíamos de los medios y del gobierno. Ni bien asumimos se aumentó el número de becas en un 15%. Luego nos dieron un aumento escalonado del estipendio de las becas que, hasta la paritaria que empieza ahora, significó un aumento del alrededor del 85%. Pasamos de alrededor de 450 ingresos por año en la carrera de investigador a 800, y además 300 a la carrera de personal de apoyo. Además, volvieron a activarse subsidios de equipamientos, detenidos desde 2016-2017, y se compraron nuevos equipos.

RB: Usted señaló que el Estado no solo debe apoyar a la ciencia sino que debe apoyarse en la ciencia, entendiendo que esta puede contribuir al desarrollo nacional y mejorar la calidad de vida de la gente. ¿Cree que esto está sucediendo actualmente?

AF: Creo que hay un cambio. Han habido muchos desarrollos, sobre todo en el área de la biomedicina, el aprovechamiento del litio, el cannabis medicinal, entre otros. Somos muy consultados. Recuperamos el ministerio, que había sido degradado a secretaría. El presidente y su equipo creen que el desarrollo científico-tecnológico va asociado al desarrollo del país. Estamos teniendo una relación interesante con gobernadores, gobernadoras e intendentes/as que se interesan y quieren trabajar con la ciencia y la tecnología.

RB: ¿Qué papel deberían jugar la ciencia y la tecnología en la Argentina?

AF: Tienen que jugar un papel preponderante. Si nosotros pensamos en un país de actualmente 45 millones, que llegará a los 50 millones, necesitamos que se incluya a todos y todas. Para eso precisamos que este no sea un país agroexportador de materias primas, sino que tenga un desarrollo productivo y que además tenga en cuenta el desarrollo social y las cuestiones ambientales. La ciencia y la tecnología tienen mucho para aportar en un país que se pretende inclusivo y soberano.

RB: La Argentina tiene menos científicos por habitante que países como Alemania, Corea, Japón o Israel, pero más que los países latinoamericanos ¿Cree que aquí hay una cantidad suficiente de científicos?

AF: En 2015, cuando se hizo el plan Argentina 2020 de Ciencia y Técnica, había tres científicos cada 1000 personas de la población económicamente activa. La idea era llegar a cinco. Desgraciadamente, se retrocedió a 2,8. Hoy la propuesta es llegar por lo menos a cinco y que haya una mejor distribuición alrededor del país. Si yo miro Capital Federal tenemos casi ocho o nueve. Una de las líneas de acción es empezar a mirar a las provincias. En este momento estamos concursando ingresos en Entre Ríos. No iremos desde Buenos Aires a decirles lo qué tienen que investigar, sino que hablaremos con las autoridades y les preguntaremos  cuáles son sus temas de interés para contribuir al desarrollo de la provincia.

RB: ¿Cómo debería ser el diálogo entre los científicos con la sociedad?

AF: Es un tema muy importante. Hay un montón de gente que sale a decir cosas que podríamos llamar “fake news en salud”, pero también sobre otros temas, que nos genera preocupación porque causa problemas, desde intoxicaciones con dioxido de cloro o descuidos hasta la resistencia a vacunarse. Cuando estaba empezando la pandemia junto a TELAM armamos una plataforma que se llama CONFIAR, cuya idea es que investigadores/as cuenten qué es lo que está pasando. Hoy son  noticias asociadas a la pandemia, pero que en el futuro podrán ser de otros temas. El tema de la divulgación también es muy importante, sobre todo cuando se manejan conceptos preocupantes en los medios.

La ciencia y la tecnología nos atraviesan en todos los temas, desde usar el cajero automático a todo lo que son las nuevas tecnologías de la comunicación, los nuevos medicamentos, etc. Una persona alfabetizada no es solo aquella que sabe leer o escribir, sino que tiene que estar alfabetizada desde el punto de vista científico y tecnológico, no para ser cientifico, sino para poder decidir.

RB: ¿Creé que durante la pandemia los/as científicos/as y periodistas especializados/as en ciencia han tenido el espacio que merecen en los medios de comunicación?

AF: A veces veo que a médicos o científicos se los pone a discutir con personas que no saben absolutamente nada. Por otro lado, hay periodistas de lujo en la prensa escrita, pero creo que el lugar tendría que ser más grande. En estos momentos lo que nos está marcando la vida es una pandemia, que es absolutamente inédita. Cada día tenemos un avance nuevo, y a la población le está influyendo en su vida. Entonces, esos lugares son fundamentales para que la gente se maneje con noticias certeras.

RB: ¿Cree que en al ámbito científico aun existe una brecha de género?

AF: Argentina es un país particular: hay un 53% de investigadoras y un 60% de becarias. Sin embargo, las mujeres están fundamentalmente en las categorías más bajas de la carrera del investigador y están muy ausentes en los lugares de gestión. Eso no pasa solo en el CONICET, sino que en las universidades hay poquísimas rectoras. Estamos realizando distintas medidas que ayuden  a que cuando una mujer llega a un lugar alto no tenga que pagar tantos costos. También estamos haciendo una investigación para ver qué pasa en una carrera científica de un varón y de una mujer, las trayectorias desde el regreso a la democracia, que pasa con temas de género, lugar geográfico, tema de investigación, para ver  dónde es que las mujeres se frenan y no pueden seguir adelante. Por otro lado, tenemos un observatorio de violencia laboral y de género. Desde el 8/3 a los becarios les dimos un suplemento por jardín. Hemos creado una red de género y diversidades para ver en qué estamos investigando en estos temas y como se relaciona con todas las realidades. 

* Doctora en ciencias químicas que desde el 10 de diciembre de 2019 preside el CONICET. Es investigadora superior del organismo en el Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (CEFYBO). Es presidenta de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología y se especializa en la situación de las mujeres en los organismos de Ciencia y Tecnología.

COMENTARIO AQUÍ