Por: Juan Manuel Ciucci
La nueva película de Virna Molina nos devuelve al momento de la inquietud existencial que nos provocó la pandemia, pero para repensar en conjunto el futuro que podemos/debemos construir. Retomando su propia historia, sus experiencias y vivencias durante el período del distanciamiento, pero para volcarlas como una reflexión común, con la necesidad de una nueva comunidad que pueda replantearse su propia existencia.
Ahora que (dicen) vamos saliendo de la pandemia, se vuelve urgente repensar esta normalidad que nos agobia. Quizás recuperar algunas de las preguntas que el “distanciamiento social, preventivo y obligatorio” nos impuso/permitió tener, cuando en aquella soledad de nuestros hogares nos invadieron tanto las dudas de un presente de ensoñación como las profecías de un futuro sumamente incierto. Este mudo que habitamos se nos evidenció efímero, y por lo tanto, urgente de modificar.
Pero con el paulatino retorno de la “normalidad” esas preguntas van quedando sepultadas por las acciones de un presente arrollador, productivo, capitalista. Donde las dudas y los cuestionamientos parecen tan sólo entorpecer el “normal desarrollo” de la historia, y por lo tanto lo mejor es evitarles. Retratos del Futuro de Virna Molina nos devuelve al momento de la inquietud existencial que nos provocó la pandemia, pero para repensar en conjunto el futuro que podemos/debemos construir. Retomando su propia historia, sus experiencias y vivencias durante el período del distanciamiento, pero para volcarlas como una reflexión común, con la necesidad de una nueva comunidad que pueda replantearse su propia existencia.
Desde el cine ensayo, con una búsqueda que se propone abismar los límites tanto de la ficción como del documental, Retratos del Futuro reconstruye lo pasado, tergiversa lo vivido, impugna lo constituido. Con un tono cercano por momentos a la ciencia ficción, se permite dudar de sus propios paradigmas. ¿Y cómo no hacerlo cuando un virus global puso en duda la mera existencia de la humanidad? ¿Y cómo no hacerlo si apenas superada esa etapa crítica del virus, la “normalidad” intenta invadir nuevamente nuestra existencia, como un mero “borrón y cuenta nueva” que sostenga este modelo de exclusión? Virna Molina plantea múltiples interrogantes con imágenes y recuerdos de un pasado cercano y lejano a la vez, que nos recuerda lo excepcional que fue lo que acabamos de vivir, al mismo tiempo que no deja de inquietarnos la posibilidad de un regreso del peligro.
La directora, junto con Ernesto Ardito, ha realizado múltiples trabajos audiovisuales fundamentales en las últimas décadas: Raymundo (2003), Corazón de Fábrica (2008), Memoria Iluminada (2011-2015), Moreno (2013), El futuro es nuestro (2014), Sinfonía para Ana (2017). Es esta su primera película en soledad, y en ella recupera su historia como realizadora pero también como luchadora por los derechos de les realizadores. Así la obra vuelve carne el lema feminista “lo personal es político”, donde sus inquietudes y vivencias personales dan cuenta del recorrido que toda una generación de cineastas ha llevado a cabo en nuestro país. Pero también desde su maternidad, su pareja, su familia. Esa inquietud y esa puesta en escena de sus vivencias cotidianas antes y durante el encierro, nos provocan tanto una identificación como un distanciamiento hacia nuestras propias preguntas, abismos, apuestas. ¿Quiénes éramos antes de la pandemia, quienes somos ahora, quiénes queremos ser?
Virna trabajaba en un documental sobre la lucha de les Metrodelegados del Subte de la Ciudad de Buenos Aires cuando el Covid19 interrumpió el flujo del transporte, y ese cambio se hace presente en la película como una parte del todo narrado, donde pueden convivir esos relatos con sus recuerdos de la infancia o las luchas del movimiento feminista. Ésta última es quizás la mayor apuesta en la película para ese futuro que anhelamos, con lógicas que escapen al modelo patriarcal, darwinista, positivista, capitalista. Confrontado con los mensajes de una “revolución congelada”, ¿será el feminismo la posibilidad de construir/habitar un ser nuevo?.
Retratos del Futuro resulta entonces una experiencia tan singular como necesaria ante tanta invasión normativa audiovisual que transitamos, con la dependencia a las pantallas que ya traíamos y que la pandemia nos impuso como inevitable. Es un respiro ante la netflixación del relato cinematográfico, y no es casual entonces que no haya encontrado espacio en los festivales de “cine independiente” oficiales o en las salas comerciales. Puede verse por ahora en la Sala 2 del Centro Cultural San Martín, pero con horarios dispares, a lo que se sumó una “falla técnica” que obligó a suspender la función del sábado pasado. Siendo probablemente de lo mejor que pueda ofrecer este año la cartelera nacional, su visionado se convierte por lo tanto en una experiencia en sí misma, tanto por sus riesgos formales como por la marginación impuesta por el mercado del cine. Antes que la “nueva/vieja normalidad” nos aplaste el espíritu crítico que la pandemia resignificó, la nueva película de Virna Molina nos impulsa a reflexionar sin concesiones ante un futuro que cada día parece más lejano de aquel porvenir de amor e igualdad que como humanidad alguna vez osamos soñar.
Retratos del Futuro
Género: Documental? Cine-ensayo? / Dirección: Virna Molina / Origen: Argentina / Año: 2021 / Duración: 88 minutos / Funciones: Sábado 14 > 17hs; Domingo 15 > 17hs; Viernes 20 > 19hs; Domingo 22 > 19hs; Sábado 28 > 17hs; Domingo 29 > 17hs / Centro Cultural San Martín – Sala 2 / Sarmiento 1551, CABA
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