Por: Juan Manuel Ciucci
Documento de la vida en las islas allá por 1829, recuperado por su descendiente y malvinero Marcelo Luis Vernet, esta obra nos permite navegar desde la intimidad de María hacia ese sueño y ese dolor llamado Malvinas.
Encontrar un documento nos puede abrir las puertas a un viaje que se vuelve atemporal, casi infinito. Donde cada palabra o dato que allí figura, nos permite reconstruir las tramas por detrás no sólo de aquella escritura, sino también de nuestra propia vida junto con la de un país entero. El encuentro de Marcelo Luis Vernet con el diario que escribiera su tatarabuela, María Sáez de Vernet, fue a todas luces una incitación a un viaje del que no pudo escapar.
La edición de “Malvinas, mi casa Vísperas, Diario María Sáez de Vernet y Apostillas” (EME, 2020) recupera el trabajo de Marcelo por más de 20 años, y que dejara inconcluso tras su temprana muerte en 2017 (y que completarían Uriel Relich, Clara Vernet y José Luis Vernet). Con una cuidadosa edición en dos partes, una recreación casi de aquellas dos islas del sur de la Patria, se vuelcan allí sus búsquedas por archivos donde pudiera existir algún registro de las Malvinas, donde ocasionales viajeros o diversas/os habitantes dejaron testimonio de lo que vieron y vivenciaron.
Hay numerosas ediciones del “Diario” de María, pero ninguna recupera las pequeñas anécdotas, los datos que fueron atravesando la historia familiar o el contexto social y político donde se dan sus reflexiones. Marcelo Vernet bucea en sus recuerdos casi con la misma necesidad con que lo hace en los archivos, donde reencuentra su propia historia y su apasionamiento con las Malvinas en las palabras amorosas de aquella tatarabuela que fuera pionera en la población austral.
Entre anécdotas de la vida diaria, vamos conociendo en los escritos de María la composición de aquella población que no superaba los 80 habitantes, con una importante presencia de “negros” que ayudaban en las tareas hogareñas. El domingo 30 de enero, las anotaciones toman un tono más formal, dada la importancia de lo que sucedería. “Muy buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determina Vernet tomar hoy posesión de la isla en nombre del Gobierno de Bs. Ays. A las doce se reunieron los habitantes, se enarboló la bandera nacional, a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el viva la patria. Puse a cada uno en el sombrero con cinta los dos colores que distinguen nuestra bandera”. Desde lo personal, aparece el relato de un hecho fundamental para el reclamo sostenido de nuestra soberanía.
En el tomo llamado “Vísperas”, Marcelo nos invita a acompañarlo en los registros de quienes visitaron/vieron las islas. Desde el almirante chino Zheng He en 1421, hasta el 15 de julio de 1829, donde María Sáez de Vernet llegó a la isla Soledad acompañando a su marido Luis Vernet, nombrado Comandante Político y Militar de las Islas por el Gobierno de Buenos Aires. Es un recorrido que nos permite recuperar la ligazón histórica de las islas con nuestro territorio, otra manera de reafirmar nuestro legítimo derecho sobre las mismas.
“Abuela de mi abuelo, estuve leyendo el diario de tus días en Malvinas, no sé qué delgado hilo de sangre nos une como una cuerda que ahora pulso. Quizás, ha ido pasando la vida y ahora escucho más nítida la voz de mis huesos”, nos cuenta Marcelo en el prólogo del libro. Esta monumental investigación, este bucear por la historia de las islas, por las vicisitudes de su familia, nos reencuentra con historias que a pesar de ser tan suyas, no podemos dejar de sentir propias.
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