Por: Gonzalo Mir
En el mes de mayo del 2022, nos hacíamos eco de la decisión que el Congreso Mexicano tomaba sobre el mineral. A partir del decreto presidencial que nacionaliza el litio, se reactualiza el debate en torno a este recurso natural clave para la economía del futuro, con esta decisión del Gobierno de México que busca favorecer al conjunto de la sociedad.
Un paso más en términos de soberanía dio, en los últimos días de febrero, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, con la firma del decreto presidencial que nacionaliza el litio. Medida que complementa la reforma aprobada en abril del 2022, donde se califica al mineral como propiedad de la nación y se subraya que su explotación será facultad exclusiva del Estado mexicano. Tal es la profundidad de la medida, que muchos periodistas y analistas comparan esta reforma con la nacionalización del petróleo producida por el ex presidente Lázaro Cárdenas. Es que la importancia que se le atribuye al “oro blanco” para el desarrollo de la industria es fundamental, más allá de la poca trascendencia que los grandes medios mexicanos parecieran darle.
Este decreto establece que más de 234.850 hectáreas en el estado de Sonora, zona limítrofe con los Estados Unidos, son consideradas reservas de litio. “El petróleo y el litio son de la nación, son del pueblo de México, de ustedes”, con esas palabras defendió el decreto presidencial AMLO desde Bacadéhuachi, estado de Sonora. En este sentido, López Obrador anunció el comienzo de un “proceso de exploración, de desarrollo tecnológico para tener la materia prima, también con el propósito de que se instalen plantas para la elaboración de baterías”
El decreto comienza haciendo alusión al artículo 27 de la Carta Magna que establece que “corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales, entre ellos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria y de los cuales el Ejecutivo Federal tiene la facultad de establecer reservas nacionales mediante declaratorias”; prosiguiendo con la mención al artículo 5 Bis de la Ley Minera que, contundentemente, “declara de utilidad pública el litio”, así como “se reconoce que el litio es patrimonio de la Nación y su exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento se reserva en favor del pueblo de México”
En su artículo 1 declara, por causa de utilidad pública, “zona de reserva minera de litio la superficie de 234,855.1980 hectáreas, ubicada en los municipios de Arivechi, Bacadéhuachi, Huásabas, Divisadero, Granados, Sahuaripa y Nácori Chico, Sonora”
“Es un mineral estratégico que significa el futuro de las industrias y de la tecnología”, indicó el presidente Andrés Manuel López Obrador al referirse a la nacionalización del litio que tuvo lugar con la aprobación total de la reforma de la Ley Minera en abril del año pasado. La misma estableció, entre otras cosas, que el mineral se declare “de utilidad pública la explotación y aprovechamiento” para impedir, de esta manera, la intromisión de multinacionales en el mercado.
Se argumenta desde algunos sectores que la nacionalización del mineral no sería positiva porque México carece de tecnología para extraer el litio. El mismo López Obrador contestó el mayo pasado esos rumores en una de sus tradicionales conferencias matutinas al argumentar que “vamos a ir desarrollando la tecnología, pero el litio es nuestro, es un poco lo que sucedió cuando la expropiación petrolera, nos condenaron diciendo que no vamos a poder sacar adelante la industria petrolera, por qué no íbamos a tener la tecnología y los trabajadores petroleros, los técnicos petroleros mexicanos entonces la sacaron”.
Sin dudas que la administración de López Obrador se enfrenta a un nuevo problema con la nacionalización del mineral. Es que las minas más importantes donde se encuentra el litio, fueron entregadas sobre todo a capitales norteamericanos y canadienses en administraciones anteriores. Por lo que una nueva discusión se aproximaría y con el accionar de los operadores de las grandes empresas transnacionales, se pondrá en tela de juicio la nacionalización en la escena mediática.
DOF-Diario-Oficial-de-la-Federacion¿Qué es el litio?
Este mineral está más presente en nuestras cotidianeidades de lo que pensamos y, sin dudas, lo estará cada vez más. Desde las baterías de celulares, de computadoras, tablets, o en la industria farmacéutica, pero sobre todo de cara a un futuro próximo, en las baterías de los autos eléctricos. El litio es un recurso indispensable y el control de él en manos de los estados nacionales es primordial. Es la materia prima fundamental para el desarrollo de la industria nuclear, electrónica y automotriz.
Claro que como toda exploración y explotación, tiene sus consecuencias en términos ambientales: pérdida de biodiversidad, perdida de agua para su extracción y exposición insalubre para las comunidades que habiten en las proximidades. Forma parte de una eterna discusión entre necesidades ambientales y urgencias sociales y económicas a las que los estados deben dar respuesta. De cualquier modo, el camino que elige tomar México, es un camino de firme soberanía y defensa de sus intereses y recursos naturales.
Según datos del Servicio Geólogo Mexicano, el mayor yacimiento de litio se encuentra en el estado de Sonora con un total de 243.8 millones de toneladas, aunque hay 17 entidades más que cuentan con este mineral en sus territorios. Algunas de estas ciudades son Chiapas, Chihuahua, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Veracruz.
El Servicio Geológico de EEUU (USGS) indicó en su último Resumen de Productos Minerales que entre 2016 y 2021 se triplicó la producción mundial del litio, siendo el mayor productor Australia, seguido por Chile y China; aunque por otro lado, señaló que el 60% de las reservas mundiales, hasta el momento conocidas, se encuentran en el continente americano, particularmente en Bolivia, Argentina y Chile, seguidos por México, Perú y Brasil.
Las opiniones expresadas en esta nota son responsabilidad exclusiva del autor y no representan necesariamente la posición de Broquel.
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