Por: Vanesa Siley*
La diputada nacional Vanesa Siley nos brinda una reflexión en torno a la novedosa Ley de Teletrabajo. “Quien principalmente necesita la regulación es quien trabaja, para impedir mecanismos de precarización laboral y equiparar derechos con el trabajo presencial”.
La crisis, en primer término producto de la política económica del gobierno de Mauricio Macri y después la pandemia, profundizó la necesidad de poner al desarrollo del trabajo y la agenda de la producción como prioridades en este nuevo tiempo. Venimos de cuatro años donde más de 25 mil pymes cerraron, la desocupación llegó a los dos dígitos y la mitad de los niños y niñas se encuentran en situación de pobreza. Esta es la Argentina que sufrió en carne propia el modelo Cambiemos.
El Covid 19 puso al descubierto algo que ya existía y no tenía la regulación necesaria: el teletrabajo como modalidad laboral. En una situación de emergencia, millones de personas adaptaron sus hogares como espacios de trabajo, poniendo a disposición elementos propios, sin capacitación, muchas veces sin límite de horarios y sosteniendo con mucha dificultad los trabajos de cuidados ante el cierre de los espacios educativos.
Los debates del futuro del trabajo, que ya estábamos abordando desde el mundo sindical y laboral, devinieron con total rapidez: el futuro ya llegó. La pandemia expuso la necesidad de establecer un piso regulatorio, presupuestos legales que permitan ser ampliados y especificados en las negociaciones colectivas, el ámbito más importante entre las organizaciones sindicales y la parte empresaria donde se regulan, amplían y defienden derechos.
Lo que no se regula queda desprotegido ante la fuerza del más fuerte en la relación laboral. Quien principalmente necesita la regulación es quien trabaja, para impedir mecanismos de precarización laboral y equiparar derechos con el trabajo presencial. Establecer la jornada laboral, derecho a la desconexión digital, el derecho a compatibilizar las tareas de cuidados (que están siendo por primera vez reguladas en una norma laboral), la protección de datos e intimidad, la compensación por gastos relativos a las tareas desarrolladas y la provisión del equipamiento.
Como cada vez que se estableció un derecho laboral nuevo, apareció una vieja idea de una parte del empresariado (una parte, porque el tratamiento mismo de la Ley contó con su participación) que sostiene que las leyes laborales perjudican la creación de empleo. Cuando, bien deberían saber, el empleo se crea con el modelo económico, cuando éste impulsa la producción y el trabajo y no se dedica a la especulación y al ajuste, como pasó con Macri. No se trata de voluntades empresarias, si fuera por su deseo de ninguna manera hubiéramos visto el cierre de pymes y la destrucción del empleo tal como lo vimos en el gobierno pasado. Las leyes laborales son para proteger derechos y equiparar una relación desigual: la del trabajo y el capital.
Aquí estamos hablando de derechos y también de proyecto de país. Desde el año pasado tenemos un gobierno que volvió a poner en el centro a las personas para una Argentina con trabajo y derechos. Esta ley también es resultado de este tiempo nuevo, construída con diálogo social y la voz de los sindicatos, empresarios, especialistas del derecho del trabajo, con amplio debate en ambas Cámaras del Congreso y respondiendo a una tradición histórica que debe darnos orgullo y nos hace ejemplo en el mundo en materia de derechos laborales.
* Diputada Nacional. Presidenta de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados.
Las opiniones expresadas en esta nota son responsabilidad exclusiva de la autora y no representan necesariamente la posición de Broquel.
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