ECAE

Herramientas para una doctrina del Estado Nacional desde la visión de los Libertadores de América Latina

Por Silvina J. Solis*
Imagen: Retrato de Manuel Belgrano atribuido a Joseph Alexandre Boichard, Museo Histórico Nacional.

Compartimos el trabajo final presentado por Silvina J. Solis en el Seminario “Cómo defender al Estado” dictado por el Director de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, Guido Croxatto. “Cuando hablamos de luchadores incansables como lo fueron nuestros próceres, es necesario tener en cuenta a todos los que ejercen la defensa del Estado desde las distintas áreas de trabajo. Algunos desde la trinchera directamente, como son los abogados litigantes, los asesores legales en el procedimiento administrativo, en su tarea diaria de emitir dictámenes; o aquellos que sin formar parte del servicio jurídico permanente, no dejan de ser en algunas ocasiones, personal esencial a los fines de que las autoridades tomen las decisiones adecuadas ante las diferentes situaciones que se les presentan, protegiendo a la población y contando con un marco de legalidad que permite que dichas decisiones se puedan desarrollar, algunas convirtiéndose en claras y valederas políticas públicas”.

Cuando hablamos de la defensa del Estado y la creación de una doctrina para que todo el Cuerpo de Abogados del Estado pueda desempeñar sus funciones, -no solo por el hecho de ser parte de ese cuerpo, sino por la sensación que da defender lo que es de todos los habitantes del pueblo de la Nación Argentina como dice el Preámbulo de nuestra Constitución- nos lleva a preguntarnos: ¿Cuáles son herramientas con las cuentan los abogados del Estado para su desempeño?, y, también, ¿De dónde partimos para desarrollar una doctrina propia de los abogados del estado y precisa, que tome en cuenta la historia nacional argentina?  

Este trabajo pretende no solo contestar las preguntas planteadas, sino también analizar –sucintamente- algunas contradicciones que surgen en la historia Latinoamericana entre 1809 y 1830 al declararse la independencia de Colombia (1819), Ecuador (1830), Venezuela (1811), México (1821), Chile (1818), Uruguay (1285), Perú (1821) entre otros, la historia argentina con su propia independencia declarada en (1816), que al desarrollarlas denotan hoy que todo el camino recorrido desde esa época hasta la actualidad y los gobiernos han desandado ese camino generando la falta de herramientas que podrían ser útiles y aportar experiencias a los abogados para defender al Estado en el país que habitan.

Ahora bien, cabe comenzar por una parte pequeña de nuestra historia – desde un punto de vista diferente al que abordan los libros que estudiamos al ingresar y cursar en la escuela y/o en la universidad ; o leemos cotidianamente- como ser Ideario de San Martín, de Pedro Luis Barcia, 2015 (Fundación Banco Santa Fe y otros) Yo, San Martín, de Carlos Thorne, 2011 (Huerga & Fierro), Próceres Latinoamericanos de Alberto Prieto, En busca de Bolivar de William Ospina Norma, entre otros;  y el camino recorrido hasta el presente. El mencionado camino, nos lleva a encontrar que todo ese pueblo que forma nuestra Nación se fue nutriendo, en su pensamiento político de contradicciones constantes. Por lo cual, para poder crear una doctrina útil y válida, no queda otra opción que devanar el ovillo en el que quedamos atrapados, comenzando por intentar comprender cada una de esas notorias contradicciones.

En este orden de ideas, esas contradicciones a las que nos referiremos en el siguiente punto tienen su inicio en el momento en que fueron nombrados los barrios y las calles de Buenos Aires, la modificación de las imágenes y denominaciones de los billetes moneda nacional de curso legal, el transcurso de la historia, desde la independencia de los países Latinoamericanos que fue andada por un conjunto de héroes como el General Don José de San Martín, Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco a los que en su mayoría llamamos próceres hasta la actualidad; y el lugar que le ha dado la sociedad argentina en su memoria y su vida cotidiana.

Todos estos próceres que lucharon por la independencia de sus países y la unidad americana, permitieron forjar una conciencia y estilos de vida, experiencias de países similares y la posibilidad de una conciencia de unidad. Para los Abogados del Estado las independencias ganadas de los países latinoamericanos les permite hoy en día contar, en definitiva, con experiencias diferentes y enriquecedoras para mejorar día a día su labor cotidiana. En esta línea de pensamiento, la primera de esas contradicciones que surge es: ¿cómo llegamos a que algunos de nuestros próceres fueran tan queridos y a la vez tan vapuleados?

Esa pregunta nace al reflexionar sobre el recorrido que han realizado, el General Don José de San Martin y Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, quienes han luchado por conseguir la libertad de los pueblos oprimidos por el Virreinato del Río de La Plata, al mismo tiempo, sus memorias solo han quedado plasmadas en dos avenidas ocultas en nuestros barrios porteños, barrios por los cuales las personas transitan constantemente pero sin desarrollar esa memoria activa, aquella que nos hace pensar en profundidad quiénes fueron y que hicieron por esta Nación, o preguntarnos ¿Qué habrán querido que fuera la Argentina en un futuro, además de una Nación libre? O como es el caso del barrio de Belgrano, donde todos los virreyes atraviesan la Avenida Cabildo, a nuestro Cabildo Abierto, en un barrio que lleva el apellido de uno de nuestros más reconocidos próceres. El hecho de que cotidianamente los habitantes cuenten con parte de la historia plasmada en nuestras calles y que no lleven a la práctica el trabajo cotidiano de revisar esa historia que han estudiado en el sistema educativo nacional y lo puedan transformar en conocimiento útil para sus labores cotidianas, hace evaluar si no resulta necesario que la historia en las aulas se imparta de tal forma que la memoria se active constantemente a la hora de defender derechos y libertades.

¿Quién recuerda que los restos del General Don José de San Martín se encuentran en la Catedral Metropolitana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? y ¿Cuantos ciudadanos argentinos recuerdan pasar a visitar esos restos, quedarse parado unos minutos pensando, lo que hizo ese hombre por nuestra patria?. Tomarse más que unos segundos, el 25 de mayo o el 9 de julio para rendir homenaje a esas personas que lograron generar una doctrina de libertad, que creyeron en un país independiente y que pensaron que se desarrollaría con un pueblo que siempre lucharía por mantenerlo reconocido por el resto de las Naciones.

La segunda contradicción que encontramos, surge al momento de pensar ¿Cómo, de repente, esos mismos próceres que pelearon por una Nación libre, pasaron a ser incorporados en nuestra moneda nacional y en esas denominaciones? En los billetes de moneda de curso legal estos próceres los encontrábamos -la mayoría de las veces- en nominaciones de poco valor, o en nominaciones que, con el paso del tiempo y los procesos inflacionarios iban desapareciendo.

Asimismo, con el paso del tiempo fueron eliminados por completo y reemplazados por parte de nuestra fauna (1), que, aunque no menos importante, parecería hacernos perder parte de nuestra historia activa. En consecuencia se denota que hay una gran parte de la sociedad (presidentes del Banco Central de la República Argentina, integrantes de los partidos políticos que impulsan esas medidas, etc,) que considera innecesario recordar a esos luchadores incansables, o que prefiere ir dejándoles menos espacios de relevancia en nuestra cotidianeidad, ya que el cambio de las imágenes de dichos billetes se debió a una conmemoración que luego quedo implementada

La tercera contradicción que encontramos en el pensar de nuestro pueblo, es que en su mayoría, al preguntarles acerca de la historia, automáticamente se piensa que el General Don José de San Martin como tantos próceres son exclusivamente argentinos y que han luchado para conseguir y defender únicamente la libertad de la Nación Argentina. Ahora bien, la historia nos cuenta que esos héroes no han sido solo Argentinos (2), sino que han recorrido y pensado que esa libertad le pertenecía a cada uno de los habitantes del suelo Latinoamericano, no solo a aquellos que habitarían lo que luego fue la Argentina; que han luchado por conseguir un pueblo unido y con ideales de desarrollo de la integración del pueblo, como Francisco de Miranda, nacido en Caracas, Venezuela y su “…biografía novelesca incluye su presencia como general de la Revolución Francesa, la creación de la primera organización política latinoamericana y sus reiterados intentos por la independencia y la unidad continental…”, o como, Manuel Belgrano quien “…fue protagonista de primer orden en los combates por la emancipación. Desde su rol intelectual lúcido redactó eruditos informes sobre la economía de la región, participo en la fundación y redacción de los primeros periódicos…” (3).

También hubo un pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor, ensayista y poeta argentino que también vio las contradicciones que en años anteriores entorpecían el camino de la Argentina hacia una emancipación e integración. Aquel fue Raúl Scalabrini Ortiz, “…quien tomó a su cargo la tarea de levantar a la luz del sol ese misterio de nuestras contradicciones donde se nos decía soberanos y vegetábamos como una colonia. Y mantuvo por medio de trabajos documentados y esclarecedores un vigente alerta en pro de nuestra real independencia, determinando las causas de nuestro servilismo a otros poderes, y los elementos materiales, prácticos y espirituales que valdrían para una resurrección de las virtudes nativas, latentes pero hasta entonces inexpresadas.(…) La creencia de que la posibilidad de emancipación nueva estaba a nuestro alcance la sustentó durante los años más apasionantes de su existencia, y lo convirtió por razones de tiempo y de temas expuestos, en un precursor del renacimiento social argentino. Fue la imagen viva de una pasión sin desmayos en avance para la conquista en lo práctico de este ideal de rejuvenecimiento del rostro nacional. Y como toda pasión ilumina y quema. Ambas cosas – experiencia- las experimentó él y con ellas sobre sus espaldas y en la alegría de sus ojos cumplió la misión reivindicadora hasta donde la capacidad humana se lo permitió…Las grandes pasiones fundan religiones y nacionalidades (4).

Asimismo, “…la patria es una fraternidad sostenida por tradiciones que son como la memoria colectiva de los pueblos y por ideales nacionales en que se funden y sobreviven los predecesores ideales de los ciudadanos aislados. Pero es también una especie de sociedad comercial sui generis, cuyos miembros están entrelazados –a veces contra su voluntad- por vínculos económicos indisolubles. Dentro de esa sociedad comercial hay grande diferencias, injusticias y privilegios, pero lo que cada uno tenga dependerá en gran parte de la prosperidad o del empobrecimiento del conjunto social…” (5).

Luego de haber plasmado estas tres contradicciones, y de leer el desarrollo realizado por Raúl Scalabirini Ortiz, de entre otras tantas que existen en la vida cotidiana del pueblo que conforma nuestra Nación, cabe detenernos a pensar que, si todos nosotros nacimos en una Latinoamérica libre y que fue desarrollando, a su manera, políticas de integración, ¿Por qué no pensamos en una doctrina que nazca a partir de generar un intercambio activo con abogados de otros países Latinoamericanos? Los intercambios culturales de países tan unidos por un mismo bien y objetivo común, genera una doctrina propia pero integrada del Estado, una doctrina enriquecida por las experiencias vividas en cada uno de esos Estados, por las normas que nos regulan y por el desempeño de los profesionales en las distintas áreas de Gobierno. Ello generaría un acompañamiento e intercambio de estrategias, que harían una lucha diaria mucho más rica en conocimiento y un desenvolvimiento más sencillo a la hora de asesorar y litigar.

Cuando hablamos de luchadores incansables como lo fueron nuestros próceres, es necesario tener en cuenta a todos los que ejercen la defensa del Estado desde las distintas áreas de trabajo. Algunos desde la trinchera directamente, como son los abogados litigantes, los asesores legales en el procedimiento administrativo, en su tarea diaria de emitir dictámenes; o aquellos que sin formar parte del servicio jurídico permanente, no dejan de ser en algunas ocasiones, personal esencial a los fines de que las autoridades tomen las decisiones adecuadas ante las diferentes situaciones que se les presentan, protegiendo a la población y contando con un marco de legalidad que permite que dichas decisiones se puedan desarrollar, algunas convirtiéndose en claras y valederas políticas públicas.

Por eso, al tener presente las contradicciones que fueron desarrolladas al principio de este trabajo, debemos pensar que para poder ser “héroes”, “libertadores”, o “próceres” que luchan día a día por una mejor defensa del Estado, es enriquecedor contar con el intercambio cultural de toda Latinoamérica, con el recordatorio constante en la vida cotidiana de las batallas que ganaron y las ideas que desarrollaron Bernardo O’ Higgins Riquelme, nacido en Chile, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolivar Palacios Ponte y Blanco, José de San Martín y Matorras, Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Espinosa y Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano que lucharon por una Nación integrada, y que los distintos abogados que forman parte del Estado Nacional al tomar la defensa de los intereses del Estado puedan tener herramientas suficientes para ampliar su visión, teniendo presente que la unidad latinoamericana lograda a través de la lucha incasable de los héroes de los que hablamos en el presente artículo por lograr la independencia de los pueblos oprimidos adquiriendo así uno de nuestros derechos fundamentales, mantener la memoria activa en cuanto al lugar que se le fue dando a cada uno de ellos, y tratar que las contradicciones que se presentan en nuestra vida cotidiana tomen un lugar más activo a la hora de preguntarse con qué experiencias y herramientas cuentan nuestros abogados y con ello cuenten con las distintas perspectivas de las estrategias que se pueden abordar en cada temática.

Hay una enseñanza clara, amplia y de progreso que nos dejaron los luchadores latinoamericanos, ellos pensaban en un pueblo unido y con un objetivo común, que era el desarrollo de esos habitantes sin importar el suelo en el que se encontraban, libres e integrados.

En este orden de ideas, la doctrina para una mejor defensa del Estado es la integración latinoamericana. Para ello, es necesario que se piensen en acuerdos de cooperación y coordinación entre los países, a los fines de que se implementen seminarios, charlas, cursos, intercambio de estudios y estrategias llevadas a cabo entre los abogados que desarrollan su tarea para cada uno de los Estados que tengan un mismo objetivo – el bien común -, ello coadyuva a un mejor desarrollo, tanto hacia adentro de cada uno de los países, como hacia afuera.

En ese sentido, a veces la integración y la globalización pueden parecer fenómenos antagónicos pero en realidad constituyen dos procesos que progresan en forma complementaria. Ello es apenas desarrollado en la “Carta Encíclica del Sumo Pontífice Benedicto XVI a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas, a todos los fieles laicos, y a todos los hombres de buena voluntad Sobre el desarrollo Humano integral”, en la cual tomando las palabras de Juan Pablo II detalla que “… se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana (6). A este respecto, es bueno recordar que la globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso socioeconómico, pero no es ésta su única dimensión. Tras ese proceso más visible hay realmente una humanidad cada vez más interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe ser de utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades. La superación de las fronteras no es sólo un hecho material, sino también cultural, en sus causas y sus efectos. Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un descernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración plantearía. A pesar de algunos aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, «la globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella»” (7).

Ese desarrollo hacia adentro y hacia afuera, y la integración entre países, nos lleva a que se creen políticas públicas más claras, concretas, reales y con mayor equidad y cooperación de todos los países. Es fundamental para ello, que desde el área de asesoría jurídica del estado, sea su servicio jurídico permanente o los asesores de los funcionarios se propugne que las decisiones que se toman en los ámbitos políticos, sean siempre en defensa de los derechos del Estado, entendido éste como su pueblo, y no solo teniendo en cuenta por ejemplo, a aquel que tiene Documento Nacional de Identidad o que practica la religión católica.

En cuanto a la defensa del Estado pensada desde el punto de vista de aquellos que cotidianamente litigan, es preciso tener en cuenta que muchas veces las decisiones políticas influyen en esa defensa. Es claro que el servicio jurídico genere estrategias en defensa de esas políticas públicas implementadas en forma equitativa, para que esa Defensa del Estado sea una lucha “limpia”, que esos abogados cuenten con todas las herramientas jurídicas, en tiempo y forma.

Por otra parte y en relación a la economía de los Estados, no solo depende de sus ciudadanos, sino que también depende del desarrollo de las Naciones que los rodean y con quienes se intercambian bienes y servicios. Siempre hablando desde lo público. La defensa del Estado, para aquellos que litigan, debe estar encarada a que su pueblo dé lo que está obligado por ley, y reciba lo que sus derechos reconocidos le otorgan, sea proveído por entidades privadas o públicas.

El derecho a la Salud está comprendido tanto de obligaciones como de derechos de cada uno de aquellos que habitan el suelo de la Nación Argentina.

Muchas veces un litigio nace a partir de un incumplimiento de una entidad pública y/o de una entidad privada, ahí es cuando nos encontramos en un problema y nos preguntamos ¿Cómo defendemos al Estado cuando, encontrándonos obligados a otorgar una prestación de salud, debemos apelar la decisión judicial sin fundamentación jurídica o técnica alguna?, ¿No resultaría más adecuado para el Estado Nacional simplemente no encontrarse obligado a apelar una decisión judicial, sin fundamentos técnicos y/o jurídicos?, o terminar debiendo abonar astreintes por incumplimiento.

Este tipo de situaciones ha pasado en miles de demandas de particulares que reclaman su derecho de acceso a la salud, un derecho que el mismo Estado se compromete a otorgar y que surge de nuestra propia Constitución Nacional. La presente descripción es solo una de tantas situaciones por las que atraviesan los abogados del Estado; y a los fines de continuar con nuestro desarrollo, no nos vamos a adentrar en el detalle de lo descripto, ya que nos llevaría a la necesidad de comprender la desregulación del sistema de salud, su entreverado funcionamiento en conjunto con el sistema privado y el de la seguridad social, y ello nos correría del enfoque al que estamos tratando de arribar con este trabajo.

En definitiva, la descripción realizada en los párrafos anteriores es solo un ejemplo de lo necesaria que sería tener una doctrina que apunte a que los abogados adquieran constantemente nuevas experiencias, conocimiento sobre culturas distintas y nuevas  herramientas para aportar ideas y estrategias al momento de representar al estado en juicio.

Raúl Scalabrini Ortiz con un enfoque diferente pero apuntando siempre a la unión cultural de los argentinos expreso que “…El multigeno, el ser de orígenes plurales, tiene brechas abiertas hacia todos los horizontes de la comprensión tolerante. En cada dirección de la vida hay un antecedente que le instruye una benigna coparticipación de sentimientos…” (8), ello nos lleva inexorablemente a considerar que los argentinos se caracterizan no solo por el ingenio político, sino también por la unidad latinoamericana, que comienza primero desde los sentimientos y que hay que volverla una materialidad, no olvidando los orígenes y la diversidad cultural que nos caracterizó desde el principio de nuestros días.

El desarrollo realizado en el presente trabajo nos lleva a creer fervientemente que esa doctrina debe estar compuesta por el conjunto de experiencias que el Abogado del Estado va adquiriendo con cada asesoramiento y litigio por los que atraviesa, por lo cual sumar la integración con otros países a esas enseñanzas, es una herramienta fundamental para que esa doctrina resulte efectiva y útil al momento de pensar en la defensa del Estado.

1 – Comunicación “A” 6001 – Banco Central de la República Argentina – 29-06-2016. (http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/comytexord/A6001.pdf). Comunicación “A” 3208 – Banco Central de la República Argentina – 02/01/2001. http://www.bcra.gov.ar/pdfs/texord/texord_viejos/v-cirmo3_18-06-07.pdf

2 – Pigna, Felipe – Libertadores de América. Edición 1°, Buenos Aires, 2011.Introducción. E-Book.

3 – Pigna, Felipe – Ob. Cit. Introducción.

4 – Scalabrirni Ortiz, R. “Bases para la Reconstrucción Nacional, Ed. Tercera, Buenos Aires, 1973, pág. 12 

5 – R. Ortiz. Ob. Cit. Pág. 26.

6 – Cf. Juan Pablo II, Entrevista al periódico «La Croix», 20 de agosto de 1997.

7 – Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27 abril 2001): AAS 93 (2001), 598-601.

8 – R. S. Ortiz. Ob. Cit. pág. 346.

*Abogada recibida en la UBA año 2010, especialista en Derecho Administrativo y Financiero – Universidad de Salamanca, España. Año 2017. Se desempeñó en el Ministerio de Salud de la Nación, desde el 2008 al 2014 como Representante del Estado Nacional en Juicios en la Dirección de Asuntos Judiciales. Desde el 2014 al 2019 como abogada dictaminante a cargo del Departamento de Asuntos Sanitarios, de la Dirección de Legales de la Dirección General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Salud de la Nación Desde el 2019 hasta ahora como Asesora Legal de la Subsecretaría de Articulación Federal.

Las opiniones expresadas en esta nota son responsabilidad exclusiva de la autora y no representan necesariamente la posición de Broquel.

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