Por Redacción Broquel
Entrevista a Edgardo Esteban, ex combatiente y Director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. “Muchos relacionan a Malvinas solo con la guerra, y la verdad es que tiene una historia riquísima. Hay un montón de formas de contarlas y encontrarlas y me parece que en este museo están”.
Revista Broquel: Se cumplen 40 años del Conflicto del Atlántico Sur, ¿Cuáles considera que son los puntos principales de esta conmemoración?
Edgardo Esteban: Este fin de semana que pasó fue muy importante en esta construcción de consigna y de memoria que estamos trabajando. Por un lado, se conmemoran los 40 años de lo que fue el conflicto bélico del Atlántico Sur, se recordó a nuestros compañeros en Malvinas. Por lo que vimos, no hubo ciudad, por más pequeña que sea, que no haya tenido un homenaje, un abrazo, un reencuentro con sus soldados, con los que estuvimos allá, con su gente, compartiendo ese momento. Más allá de las plazas, los monolitos, los murales, los pasacalles, todas las actividades que se hicieron, los recitales.
Pero también creo que tenemos que darle una continuidad. Malvinas no es solamente lo emocional o lo que tiene que ver con la causa y con la pertenencia que tenemos como pueblo, y que es el rescate de lo colectivo, un tema de algo que nos pueda unir, creo que también tenemos que ver cómo construimos unidad hacia al futuro, más allá de las distintas miradas políticas, sabiendo que esta es la base más grande que hay en el hemisferio sur, en nuestras islas. Sabiendo que los británicos están construyendo un puerto de aguas profundas mirando hacia la Antártida y se hacen reservas alimentarias y energéticas. Pero fundamentalmente viendo la mayor reserva de agua potable que tiene el planeta.
Malvinas es un futuro porque por estos días se está depredando nuestra fauna ictícola. Se llevaron desde el año 83 hasta el año pasado 187 mil millones de dólares nada más que en regalías pesqueras. Uno se pregunta cuántas escuelas, cuántos hospitales, cuántas universidades, cuántas rutas, cuántos planes alimentarios, cuántas vacunas, cuántos respiradores y cuánto menos se le hubiese pedido al fondo monetario internacional. Y ahí uno siente que Malvinas es una construcción de futuro.
No fue menor que este fin de semana en el museo Malvinas, en el acto por Malvinas, hayan estado ex presidentes como Evo Morales, Jose Pepe Mujica o Fernando Lugo porque marcan esa América Latina que estuvo y que debe estar y que tenemos que reconquistar para ese compromiso militante de lo que tiene que ver con la identidad de la región, sabiendo que parte del territorio latinoamericano y que Malvinas es un objetivo a construir porque no vamos a volver a Malvinas si no volvemos de la mano de América Latina.
Hoy vemos como en Brasil hay encuentros de turismo donde los habitantes de las islas, hacen publicidad con total impunidad, o que los aviones militares que tienen prohibido aterrizar en América Latina, aterrizan en Brasil o en Montevideo o en Chile. Que Uruguay permita en su puerto de aguas en Montevideo que los barcos que vienen a depredar nuestra fauna ictícola o los barcos militares carguen combustible o se reabastezcan de alimentos con total libertad. Hay que tener una construcción, o una relación, que es muy importante trabajar. Es fundamental tener memoria, pero también tener perspectiva de futuro conociendo Malvinas.
RB: ¿Qué mirada tiene respecto a las transformaciones en el vínculo entre la sociedad y las veteranas y veteranos?
EE: Fue muy difícil cuando volvimos en 1982. Hubo una sociedad que no quiso hablar, que nos ignoró, nos escondió. Las propias FFAA nos hicieron firmar nuestras DDJJ para que no podamos hablar. Y ese dolor, esa necesidad de escupir, de sacar esa bronca y esos enojos; porque las secuelas de la guerra fueron muy fuertes. No es casual que haya más muertes por suicidio que muertes en combate.
Después del año 2000 todo cambió. Hasta los 90 fue una cosa de marginación y olvido, y nosotros teníamos 18, 19 años cuando fuimos a la guerra. Hoy hay otra sociedad. Este fin de semana se vio visibilizado, en los encuentros que hubo. Yo estuve en Tecnópolis, en La Plata, en el Centro Cultural Kirchner. El afecto y el respeto con que se abrazaba a las y los ex combatientes de Malvinas no fue menor. Pasaron 40 años pero ahora hay otro vínculo, otra mirada.
Para nosotros que estamos llegando a los 60 no es menor tener ese reconocimiento, esa caricia. Fundamentalmente, cómo transmitir y cómo sentir también esa mirada de los jóvenes obviamente, que también tienen que entender por qué Malvinas es parte de nuestra historia, por qué Malvinas nos pertenece y por qué Malvinas es esta construcción de mirar que hay un otro y una otra y que desde esa otredad tenemos que construir soberanía.
RB: En su caso personal, ¿cómo fue la experiencia de trabajar estos recuerdos desde la literatura y el cine?
EE: Para mí fue como exorcizar mi fantasma. En los 80, cuando volví, necesitaba escupir el dolor y encontré el camino de la escritura como un punto de resiliencia y de rescate. Después apareció Tristan, la filmación de Iluminados por el Fuego. El cine genera un debate necesario para hablar de las dos verdades. No solamente la mirada de la guerra, que de lo que fueron los hechos de heroísmo o la gesta, sino también la guerra interior. La guerra que uno tiene, que padece, que está y que era esencial poder de alguna forma visibilizarla.
Ahora estoy con la poesía. De alguna forma Malvinas siempre cuando aparecen esas angustias, o aparecen esas tensiones, en esos días obviamente que hubo mucha ansiedad, la escritura fue un camino. Hay otros que pintan, otros músicos, algunos hacen esculturas. El arte ha sido un buen camino para muchos y muchas para poder exorcizar esos fantasmas y poder apostar por la vida.
A mí no me gusta la palabra sobreviviente, porque soy una persona que vivo y vivo con mucha intensidad las cosas que hago. Eso me parece que es parte también de esa experiencia trágica de la guerra que me potencia a apostar por la vida.
RB: Este presente lo encuentra al frente del Museo Malvinas, ¿Cómo vivencia esa tarea? ¿Cuál es la actualidad del Museo?
EE: Para mí es una gran responsabilidad llegar acá con los 40 años. Es uno de los museos más bonitos que hay en Argentina. Museo que tiene la última generación, 42 pantallas, una pantalla 360. Ahora estamos inaugurando “pisar Malvinas” que es una sala intensiva con realidad 3D que vos podes caminar por las islas, te puedo garantizar que caminás por las islas, levantás objetos y te encontrás con las islas. El fin de semana pasado lo experimentaron un par de compañeros de Malvinas y estaban muy emocionados.
También se trata de cómo llegar a las y los jóvenes. Me parece que lo que hemos puesto en valor, le hemos dejado una huella, como el mural de Maradona hecho por el “comando maradoniano”, lleno de venecitas, que es hermosísimo, en las paredes frente al museo. O cuando ingresás, pisás tierra turba de Malvinas, que es la parte que también hemos puesto ahora. Tenés el mapa continental y la plataforma continental actualizados, que hemos construido. Y después tenés la historia. Este no es un museo de guerra, es un museo de historia. Para hablar de un tema hay que conocer la historia y yo creo que falta mucho conocimiento sobre Malvinas. Muchos relacionan a Malvinas solo con la guerra, y Malvinas tiene una historia riquísima. Hay un montón de formas de contarlas y encontrarlas y me parece que en este museo están. Vale la pena visitar este museo.
RB: En noviembre del 2020 se anunció mediáticamente el hallazgo de su cédula militar, subastada en el sitio de comercio electrónico e-bay, ¿cómo prosiguieron las gestiones para la recuperación de dicha documentación?
EE: Venía muy parado eso. En un momento cuando me llamaron me dijeron “si lo agarraba el embajador británico en seguida te lo solucionaba”, y yo nunca quise tener vínculo con el gobierno británico con algo que es personal, que es mi identidad. En un país que tiene desaparecidos es grave que se esté jugando con mi identidad, con una cédula militar que me la retuvo un oficial en el [buque inglés] Canberra, de apellido Sinclair, que sistemáticamente se negaba a dar información. La vendió muy bien, se llevó 1750 libras esterlinas.
La policía, que es la que tendría que hacer la investigación, dejó durante mucho tiempo guardado ese expediente hasta que cambiaron las autoridades. Ahora parece que hay un avance, soy muy optimista en que voy a recuperar la cédula militar después de 40 años. Si la recupero, obviamente que cuando me vaya la pienso donar acá en el Museo Malvinas como parte de esas cosas que me pasaron y que es muy importante que perdure en el tiempo para esa memoria colectiva hacia los jóvenes mirando hacia el futuro.
(Al cierre de esta edición, se conoció la noticia de la recuperación de la cédula de soldado y un rollo de fotos pertenecientes a Edgardo Esteban)
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