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“Ser un Abogado del Estado es un orgullo, siempre lo tomé como un servicio”

Dr. Mariano D’Andrea
Por Redacción Broquel

Entrevista al Dr. Mariano D’Andrea, Delegado de Gestión Administrativa y Jurídica del Museo Nacional de Bellas Artes. “Los bienes culturales tienen una regulación específica, que a veces es desconocida en el mundo del derecho” 

Revista Broquel: ¿Cuánto hace que trabaja en el MNBA? 

Mariano D’Andrea: Estoy en el Museo desde 1990, tenía 19 años y estaba buscando un trabajo que estuviera cerca de la Facultad de Derecho y encontré justo la posibilidad de ingresar. Imagínense que por la edad realicé muchas tareas, juntando experiencia en áreas tanto administrativas como artísticas. Hasta que en el ´94 obtuve el título de abogado, lo que me permitió ejercer la profesión dentro del mismo Museo como asesor o asistente técnico. Y así hice todo un desarrollo de escalamiento casi natural, cuando uno está hace más de 30 años como es mi caso. Luego obtuve el puesto de Delegado de Gestión Administrativa y Jurídica, que es una de las tres direcciones que tiene este organismo desconcentrado. Obtuve esa función por un concurso público y abierto, y acabo de cumplir 5 años y medio en esa gestión. Antes fui asesor legal, algo normal en este tipo de organismos. 

RB: ¿Cómo es el trabajo legal que desarrolla en el MNBA? 

MDA: El trabajo legal en un Museo… en principio, como siempre, digo el derecho atraviesa todas nuestras vidas, desde que uno nace y le dan la partida de nacimiento, de ahí en adelante la formación jurídica es imprescindible. En este caso, este organismo público tiene la particularidad de administrar y gestionar el patrimonio artístico quizás más importante que tiene la Argentina. Es un patrimonio de más de 13 mil piezas, con un alto nivel de responsabilidad, tanto en su custodia como en su administración. El trabajo jurídico atraviesa toda esa gestión, especialmente la adquisición de obras de arte, los préstamos, las donaciones. Y la administración del derecho de autor, que es algo que está más vigente en estos últimos tiempos, porque internet ha traído este tipo de conflictividad en cuanto a permisos de uso, derechos y administración de eso, y hoy nos está llevando bastante más tiempo del que nos gustaría. La ley de propiedad intelectual no hace excepciones a la difusión del patrimonio de las instituciones públicas, entonces entramos en las generales de la ley en lo que hace al cumplimiento de las normas de propiedad intelectual. Como Delegado de Gestión Administrativa y Jurídica, es un área que no sólo hace lo jurídico, no sólo tengo una asesoría legal, sino también toda la gestión administrativa, el detrás de escena, todas las gestiones que pueden ver del Museo producido desde el área de administración. A mi cargo están las áreas de presupuesto, compras, contabilidad, administración, finanzas, recursos humanos, atención al público. Es un área muy amplia, absorbida a través de este concurso que obtuve. Antes me dedicaba solo a los aspectos legales y al asesoramiento y seguimiento jurídico ante la administración central y los cuerpos de abogados. Trabajamos a la par junto a los cuerpos jurídicos cuando hay litigios que puedan involucrar al Museo, ya sea como damnificado o como denunciado o demandado. La historia contemporánea del MNBA incluye robos y otros siniestros que nos han hecho activar y cambiar algunos niveles de procedimiento. Tenemos un rol muy activo en cuanto a esas situaciones no deseables, pero a la que los museos están medio condenados, acá y en cualquier parte del mundo. Es otro de los trabajos específicos de los abogados que trabajamos aquí. También en cuanto al aseguramiento de las obras cuando son prestadas, las condiciones en las que se prestan o recibimos obras, por lo que es un trabajo muy heterogéneo. Quizás tiene la particularidad que es un lugar muy lindo a la vista pero que tiene un alto nivel de responsabilidad en cuanto a la custodia y gestión. 

RB: ¿Cómo es su día de trabajo? 

MDA: Yo soy muy de la mañana, de la primera hora. Me quedó de mi actividad como abogado en el mundo privado, de empezar mi jornada a las 8.30. Un día mío empieza con un repaso de todos los pendientes, un seguimiento de todos los procesos. Como les dije antes, yo he tomado trabajo de administración general. He estado con las licitaciones, aperturas, entregas de bienes y servicios, y las novedades del día, que pueden variar. Tengo reuniones acá dentro, de presupuesto en el Ministerio de Cultura, con el cual yo trabajo. El Museo no deja de ser un organismo centralizado, a pesar de su desconcentración, donde el corazón administrativo y de recursos económicos está dentro del Ministerio de Cultura. 

RB: ¿Cómo está conformado su equipo de trabajo? 

MDA: Tengo una especie de mesa chica que después se va ampliando, con una asesora legal, un responsable de la parte financiera y de contabilidad, un equipo que hace compras más otro equipo que hace administración del sistema de gestión documental que hace toda la atención de proveedores, manejo y administración del Estado, que es el GDE. Después tengo un equipo de RRHH, un equipo de atención al público, un equipo de infraestructura, responsable de sistemas que intermedia con sistemas del Ministerio. Es muy amplio, llega hasta la atención al público. 

RB: ¿Cuáles son las peculiaridades que tiene su trabajo en el Museo? 

MDA: Creo que las particularidades devienen solas por el tipo de bien que yo gestiono, que es patrimonio cultural. Los bienes culturales tienen una regulación específica, que a veces es desconocida en el mundo del derecho. Con los cambios de gobierno se renuevan las direcciones jurídicas, los asesores, es empezar de cero para cómo se administra un área. Cada lugar tiene reglamentaciones internas, qué tipo de condiciones se imponen cuando se compra una obra, cuando se recibe en donación, un procedimiento específico, la obligación de la cesión de derechos, de reproducción. Todo ese tipo de administración de bien cultural es como decirle a un abogado: si yo no trabajara acá, para mí los cuadros o las obras de arte serían bienes muebles que están en el comercio y punto, que valen más que otros. El bien cultural del Estado tiene una tutela especial, ni siquiera está en el comercio. Si yo lo presto necesito que me lo asegure quien me lo solicita, ya sea a nivel local o el exterior. Para eso hay un procedimiento. En nuestro caso, la gestión de la propiedad intelectual es hacerle saber al tercero cuáles son las limitaciones en el derecho de reproducción. Uno puede tener posiciones, yo soy un poco más progresista en eso, pero es muy difícil tener que ir a buscar un derecho habiente de un autor que se murió hace 45 años o someterme a unas sociedades extranjeras que piden feed muy alto por algo que es patrimonio del Museo. El derecho patrimonial y el derecho moral, algo con lo que trabajamos los abogados que trabajamos en el arte o la cultura, son dos cosas distintas. El derecho moral es algo que tiene un artista toda su vida y 70 años después de su muerte. Esas son todas las especificidades con las que otros colegas no están acostumbrados. En el mundo del derecho cuando uno trabaja en un nicho empieza a saber de ese nicho y se aísla de lo otro. Por eso somos apoyo directo en un juicio, en una revocación de donación, en un juicio por reproducción indebida. Ahí nosotros tenemos nuestros argumentos para defender, más allá de las opiniones encontradas que podamos tener. 

RB: ¿Cómo es la formación para atender cuestiones como estas, que tienen un grado alto de especificidad? 

MDA: Como los médicos, primero viene la formación clínica. Cuando salimos de la facultad, por más que elijamos una orientación (mi orientación era el derecho laboral, ejercí mucho en la actividad privada y tuve mi propio estudio durante más de 20 años) el expertise lo vas adquiriendo con el tiempo y con tus intereses. Yo estaba cómodo acá, pero formé una familia, hice mi vida, tenía que trabajar 16 horas por día para hacer todo. Por eso cuando llegó el momento del concurso dije: es la hora de administrar un poco mejor eso y tener centralizado y una base única. Yo para trabajar y seguir creciendo acá hice mucha formación sobre propiedad intelectual, de derecho de autor, mucho de donaciones y sucesiones (trabajamos mucho con sucesiones, porque el Museo, entre su fuente de ingresos más importante de obras, están los legados, gente que dejó como voluntad que esas obras vayan al Museo Nacional de Bellas Artes). Todo eso tiene la intervención directa de los abogados, primero del Museo y luego de la administración central, los cuerpos jurídicos registrados en la Procuración del Tesoro de la Nación que nos representan en juicio y que pueden argumentar a partir de la documentación que hacemos nosotros. 

RB: ¿Qué experiencias en el trabajo destacaría como significativas en su carrera? 

MDA: A mí me tocó participar en la restitución de obras robadas. Llegamos hasta París para encontrar esas obras, que habían sido robadas en 1980. Y ahí hay un trabajo 100% legal, de cómo actuar frente a un hallazgo de obras que iban a salir en una subasta o en una galería y cómo activar todos los resortes del Estado para detener eso. Y poner al juez federal nuestro con un exhorto, y la cancillería, y un abogado en Francia. Los abogados, a pesar de lo que pueda pensar la gente, son necesarios (risas). Así que sumé ese expertise, de trabajar con INTERPOL que tiene un área dedicada a la protección de bienes culturales. Para nosotros es un aliado estratégico. Tuvimos un robo muy importante en 1980 y cada tanto tenemos una novedad, porque todavía permanecen desaparecidas algunas obras, que circulan y en algún momento aparecen. Cuando están las alertas rojas de INTERPOL se activan algunos protocolos que intentan recuperarlas.

RB: Teniendo en cuenta el lugar que ocupa el Museo Nacional de Bellas Artes como institución insignia del arte, ¿son consultados por otras instituciones?

MDA: Sí, claro, de hecho estamos en la Ley de Propiedad Intelectual como consultora junto a la Biblioteca Nacional, el INCAA, las instituciones públicas con un expertise dedicado a algunas de las artes visuales somos convocadas permanentemente. Nos convoca la justicia permanentemente cada vez que escuchan que se incautan obras o que alguien compró una obra robada. Hay casos muy mediáticos y en eso estamos nosotros, con nuestros equipos de investigadores y restauradores. Todo eso lo hacemos a través de la parte legal del Museo: responder a requerimientos judiciales. Yo generé el hecho de estar en ese circuito, y me invitan a participar en diversos conversatorios, charlas, etc., donde quieren conocer las experiencias de las distintas instituciones. Uno cuando se forma muy teóricamente lo que más quiere escuchar es cómo son las cosas en la vida real. Ser 10 en todas las materias no te garantiza nada, uno tiene que tener las herramientas para resolver los problemas. Dedicado tanto tiempo a esto, uno las genera. Pero también la formación es necesaria, empiezan a llegar nuevas generaciones, como pasa en cualquier organización, y tenemos que transmitir sobre todo esta cuestión de que “estamos trabajando con esto, que no es cualquier cosa”. Cuando entra un objeto, este tiene un tratamiento especial, no sólo desde el punto de vista jurídico, sino de la historia que trae con él, lo que nos lleva a interactuar con otras áreas. Yo interactúo permanentemente con las áreas de documentación, artística. Todos aportan desde su lugar y conforman el DNI de las obras que ustedes ven ahí y que tiene que ver con la procedencia, los derechos, quien es el autor, si es de dominio público o privado y un montón de conceptos que yo me ocupo de que todos sepan. 

RB: ¿Cómo se piensa la gestión del MNBA en su relación con el Estado y los cambios que pueden producirse en el mismo? 

MDA: Creo que el Estado entendió con el Museo, allá por el 2005- 2006, que el status jurídico debía cambiar. No digo que este Museo sea más importante que otros, pero así como el Teatro Colón no es lo mismo que otros teatros, el Museo Nacional de Bellas Artes no es lo mismo en cuanto a lo que administra y lo que gestiona, su reputación internacional. Ustedes saben que Argentina tuvo una época de apogeo económico a principios del Siglo XX y gran parte de las muestras fundacionales de este Museo son donaciones de aquella época. Este museo tiene impresionismo, tiene obras del renacimiento, tiene obras que si no viajas a Europa no las verías, ni siquiera en Uruguay o Brasil, que tienen mucho arte propio y de la región. Nunca vas a tener una sala en la que tengas a Van Gogh, Monet, Renoir. Todo eso hizo que el Museo haya conseguido otra jerarquía. Se eligió este status jurídico de la desconcentración y no de la descentralización o autarquía, lo que supone una discusión argumental. El Museo no tiene un impuesto que recaude, como la Ley del Libro hace que por cada libro que compres la Biblioteca reciba y cada entrada de cine el INCAA recibe. Podés generar esa administración propia, que es lo bueno que tiene la autarquía. Genera recursos propios y no estoy colgado permanentemente del Tesoro. En cambio, es tan delicado lo que administra el Museo que las autonomías o las autarquías a veces no son bien vistas porque nunca sabés qué funcionario se puede sentar ahí y a dónde puede llegar esto. Con esa organización nueva que nos dio la desconcentración, es un Museo atípico que tiene tres cabezas: un Director Ejecutivo, una Directora Artística y un Delegado de Gestión Administrativa y Judicial. Eso hace que estén bien divididas a la vez que están concentradas las funciones, y cada uno hace lo suyo. 

RB: ¿Qué hechos paradigmáticos remarcaría de la historia reciente del MNBA? 

MDA: En cuanto a los hechos no positivos, paradigmáticos o controversiales, quizás el robo del 80, que es algo que está retratado en documentales, se han intentado hacer películas, hay libros y mucha investigación. Imagínense: 25 de diciembre de 1980, plena dictadura. Está rodeado de un montón de hitos históricos de oscuridad y de sombra. Yo tuve la suerte de conocer, en mis primeros años en el Museo, a un testigo directo, que era el fotógrafo. Cuando pasó, durante la instrucción, que tenía pocas defensas, había personas señaladas como posibles cómplices de esa situación, que fueron torturados. Hubo 3 empleados del Museo que fueron sometidos a tortura, esa situación imagínense que es una mancha oscura en la historia del Museo. El robo en sí fue un robo muy preparado, con más de 17 obras, casi todas pertenecientes a una misma colección. Yo fui leyendo artículos, expedientes y viejos documentos de aquello que estaba público, porque lo que no era público se quemó o desapareció. Y al mismo tiempo me tocó la parte linda que fue la restitución de 3 de esas obras. Pero así como la restitución es positiva, también hemos tenido que devolver obras por un juicio perdido por revocación de donaciones. Ustedes saben que las donaciones se hacían con una serie de condiciones que si el Estado no las cumplía, y ahí es cuando digo que cuando se trata de bienes culturales los jueces deberían tener la formación de no devolvérselo a una tercera generación de una familia porque hacía 70 años una de las obras no están expuestas y hay una escritura que no lo permitía… Sí participé en otros juicios posteriores y los ganamos todos, o fueron detenidos cuando te sentás con las partes, con los interesados. Siempre decimos que siempre hay un familiar interesado que escarba y busca algo que su tatarabuela donó, porque acá hay cosas de 80 o 100 años. Y el Estado nunca tiene una protección total sobre su patrimonio, por lo que es una discusión que queda abierta y se va a seguir investigando. Hace muchos años que no nos pasa, hubo dos intentos fallidos. Hubo un fallo de una Cámara que también desalentó esos juicios, que son caros para las familias. Y si no tenés una certeza no te embarcás en eso. Las últimas situaciones que me tocaron a mi fueron bien gestionadas, tanto por el área de jurídicos de cultura como nosotros dando propuestas de soluciones. Por eso, algunas reglamentaciones del ingreso de bienes culturales en el Estado cambiaron. No se aceptan más donaciones de cualquier forma, no puedo disponer que esté el nombre mío, la sala exclusiva, etc.. Suena duro decirlo así, porque no deja de ser un acto generoso de quien decide donar, a veces estamos hablando de obras de millones de dólares. Pero a veces vienen familias de 10 descendientes y dicen que no se cumplió la voluntad del bisabuelo… Bueno, discutamos cómo lo hacemos. Por eso digo que el derecho atraviesa todo, y ahí desaparecen los expertos en arte, son las víctimas, son los que lloran si después el Estado tiene que devolver una obra. Volviendo a las consignas iniciales, son las especificidades y el expertise de un abogado en una institución así que a lo mejor alguien de afuera se pregunta qué hace un abogado en un Museo, más allá de que en mi caso particular tengo la gestión administrativa y es también asegurarme la manera en la que se hacen los procedimientos, convenios internacionales y locales. 

RB: ¿Qué es para usted la defensa del patrimonio nacional?

MDA: En cuanto a la defensa técnica como abogados, es generar los protocolos de protección. Siempre el mejor derecho es el preventivo. Vos tenés que llegar parado a la contienda y para eso no podés descuidar la obra, no exponerla, dañarla o que pierda su valor. El Museo trabaja para que si hay un incumplimiento sea de forma, no de fondo. No hay ningún museo del mundo que exponga todo su patrimonio, este museo tiene más de 13 mil obras y tenemos expuestas casi 1.100 obras; o sea, no llegas ni al 10% pero es un montón. Necesitaríamos 20 mil metros más: vamos en búsqueda de eso, es un pendiente, con obras que van ampliando sectores. Los museos son lugares de encuentro muy importantes. Es increíble, pero en Buenos Aires viene mucha gente por primera vez a sus 50 años, pero cuando viajan conocen los museos de todo el mundo. Es un tema de práctica y de cultura. Ahora post pandemia levantó el turismo y se nota ese movimiento. Cuando ofrecés buenas cosas la gente viene y es un espacio educativo super importante y por eso es gratuito y abierto para todos. Me parece que la defensa pasa por eso: por tenerlos relucientes, que cuando vengas te encuentres con un espacio agradable al que quieras volver. Es un lugar de debate y presentaciones de libros, no es solamente un lugar de cuadros o esculturas. Es un espacio de reflexión, es un espacio mucho más que eso en la concepción moderna. Hay autores del derecho que trabajan mucho en el debate sobre las nuevas concepciones del museo como espacios de debate y educación. Acá se retrata la historia de Argentina y el mundo.

RB: ¿Qué significa ser parte del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado? 

MDA: Para mi ser un abogado del Estado es un orgullo, siempre lo tomé como un servicio. Me parece que le pasa lo mismo a un médico de un hospital. Es entender el rol que tenemos como profesionales. A mí me toca gestionar algo lindo, algo agradable y que está buenísimo en lo que pongo todo mi esfuerzo y conocimiento. Esto es retribuido por el público visitante. Lo siento permanentemente. Cada gestión tiene su concepción respecto de qué se muestra, qué se hace o no, y su gente. Esta es una institución paradigmática que trata de saldar algunas grietas y eso nos mantiene fuertes en ese proceso.  

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