Entrevista a Rodolfo Héctor Fassi, Subdirector Nacional de Sumarios e Investigaciones Administrativas, en el marco del 160 Aniversario de la Procuración del Tesoro.
Por Redacción Broquel
Revista Broquel: ¿Cómo recuerda la Procuración del ´83 al ´89, en los comienzos de la democracia? ¿Cómo era el trabajo en esos momentos?
Rodolfo Héctor Fassi: Lógicamente, veníamos de una etapa sin libertad, todo lo que generaba el gobierno de Alfonsín, con el cual yo simpatizaba además políticamente, fue imborrable para mí y creo que para todos los trabajadores. Lo que generaba la libertad, porque tal vez había más reclamos, tal vez había más movimiento, pero eso era lo que le daba vida. Ese es el recuerdo que yo tengo. Siempre trabajé en la Procuración del Tesoro democrática, y pasé distintas gestiones y distintos gobiernos. Desde el oficio, desde mi tarea, siempre me desempeñé como instructor, ahora como Subdirector Nacional de Sumario, en un lugar donde sé que muchos organismos pueden ser pasibles de presiones. Los instructores, aquellos que hacemos investigaciones podemos sufrir, no en mi caso, porque justamente lo estoy señalando por eso, algún tipo de presión. Y puedo decir que, con distintas características políticas de los distintos Procuradores, nunca sufrí presiones ni me sentí presionado para hacer una investigación. Eso me parece muy importante para resaltar, habla bien de la Procuración del Tesoro en general, de las autoridades que estuvieron al frente, y yo desde un lugar donde sé que podremos ser pasibles de algún tipo de presión, puedo decir que hemos hecho investigaciones de distintos calibres, distintas características, con absoluta libertad e independencia. Me da felicidad poder decirlo.
RB: ¿Qué recuerdos tiene del trabajo desarrollado?
RHF: Puedo mencionar por ejemplo las tareas que hemos desempeñado con el Dr. Repetto, especialista en derecho disciplinario. Todos los que hemos instruido sumarios alguna vez, hemos recurrido al manual del Dr. Repetto, siempre ahí encontramos alguna vuelta. Yo tengo la gran ventaja de que no sólo trabajé muchos años con él, tengo el manual, y además el Dr. Repetto vive a cuadra y media. Todas las semanas viene a tomar café acá mismo. Si hay alguna cuestión que tengo alguna duda, que hemos pergeñado acá en el equipo y que no tenemos la salida, yo lo espero. Siempre tengo algún tema como para plantearle y él recurre a un fichero de madera que todavía tiene presente con su memoria.
Otro hito importante es que pasaron las gestiones, distintos procuradores, distintos directores de sumarios. Sería injusto nombrarlos, me voy a olvidar alguno. De todos tengo muy buenos recuerdos, pero yo me acuerdo que cuando asume la Dra. Abbona como Procuradora del Tesoro, en un momento me convoca allá a Posadas, y me propone instruir un sumario que en su momento tenía bastante trascendencia. A mí me interesó profesionalmente, me gusta instruir sumarios, me gusta investigar, era un tema interesante. Acepté esa tarea para la cual me habían asignado una oficina en Posadas, salí de mi ámbito. Me generaba alguna cuestión, porque era ir solo. La importancia o la trascendencia del sumario obligaban a que se tuviera cierta independencia. Un sumario complicado, difícil. Cuando me encontré con el expediente, me generaba dificultad encontrar lo que para nosotros es muy importante, que es el objeto de la investigación. Recuerdo irme tarde, casi de noche, preocupado, porque no le encontraba la vuelta. Tenía un despacho en el primer piso, al lado del que en ese momento era subprocurador, el Dr. Horacio Diez, a quien no conocía. Me iba tarde, alguna vez me habrá visto la cara de preocupado, y me convocó, me dijo “pasá, contame un poco”, y empecé a hablar con él del sumario. Para mí era un remanso. Yo pasaba el día con la tensión de no encontrarle la vuelta o ante una dificultad y esas últimas horas con el Dr. Horacio Diez me daban tranquilidad. Siempre se le ocurría algo, “fíjate por aquí, y fíjate por allá”, sacaba una norma. Después de eso terminamos el sumario, una tarea de la que estoy conforme. Después
pasan otras gestiones, y ya me reencuentro cuando asume el Dr. Zannini y se empieza a comentar que podía venir como subprocurador el doctor Diez. Efectivamente se concreta y retomamos aquella relación, para mí por lo menos muy valiosa, de intercambio de ideas, ante cualquier consulta, convocarlo.
RB: ¿Qué nos puede comentar de un hito muy importante de estos años como fue la reforma
del Reglamento de Investigaciones?
RHF: La pandemia fue algo que nos marcó, a todo el mundo lo marcó. Nadie creo que pueda tener buenos recuerdos, yo no digo que los tengo, porque por supuesto, fue una desgracia mundial. Pero nosotros en la pandemia hicimos una tarea de la cual yo y el equipo estamos muy orgullosos que fue la reforma del Reglamento de Investigaciones. Que es el procedimiento, es la herramienta de los instructores para investigar, para instruir sumarios. Era un reglamento viejo, y encaramos su reforma, una tarea que hicimos en pandemia, por zoom, todo el equipo, toda la dirección, con la colaboración y el aporte imprescindible del Dr. Diez. Pudimos llegar a un reglamento nuevo, del cual yo me siento orgulloso, el equipo creo también, tiene algunas cuestiones que pueden generar dudas, pero hemos hecho conversatorios con direcciones de sumario, porque todo lo nuevo genera alguna novedad, o
nos permite algún razonamiento para repensar lo realizado.
Una de las cuestiones que hemos incorporado fue la posibilidad de que el sospechado de un
hecho, que antes venía a declarar con un desconocimiento de lo que pasaba en las
actuaciones, ahora con el nuevo Reglamento, ante esta primera convocatoria, este agente,
que en definitiva es un ciudadano, tiene la posibilidad de acceder a todo lo actuado, a todo el
expediente. Como conté hace un rato, tuvimos mucho conversatorio, nos reunimos con la
gente de las direcciones de Sumarios y es uno de los puntos que han recibido con
beneplácitos. Sobre todo, porque era un reclamo que tenían todos de quien era convocado,
que quería saber que había el expediente. ‘Yo quiero declarar sabiendo lo que hay en el
expediente’. Eso no se hacía sin perjuicio de que estaba garantizado el derecho de defensa,
porque hay otra etapa en la cual si el Sumariado va a tener acceso de expediente. Ahora la
posibilidad es venir a declarar conociendo todo lo que hay en el expediente. Me parece que
esa amplitud que le hemos dado a los Sumariados de los imputados es una ventaja que le
hemos agregado al reglamento y de la cual todo el equipo estábamos orgullosos.
Por último, también sobre el Dr. Diez, recuerdo una vez que me dijo hablando en plena tarea del Reglamento, y lo repito porque ahora lo percibo en toda su dimensión: “trabajé en muchas funciones como abogado del Estado, hice dictámenes, trabajé en escritos judiciales, pero de todos esos, uno hace el dictamen, le pone todo el empeño, pero el expediente pasa. Lo mismo en escritos judiciales, uno hace un escrito judicial, pero pasan, los expedientes pasan. Esta tarea que estamos haciendo con el reglamento es algo que va a quedar”. Y por lo menos tenemos la esperanza de que dure muchos años.
RB: ¿Cómo transitaron las transformaciones impulsadas a partir de los avances tecnológicos?
RHF: El primer cambio fundamental fue la computadora. Eso lo viví en la Procuración y en el ejercicio de la profesión. Cuando empecé en el juzgado, una de las tareas era pasar sentencias en la máquina con dos o tres carbónicos. Eran para hacer dos o tres copias. Sin errores, evitando equivocarse. Cuando apareció la computadora fue una cosa impresionante y fue el primer cambio tecnológico. El otro cambio que nos conmovió, sobre todo para quienes hacíamos sumarios, fue cuando se pasó al expediente electrónico. Creo que el Dr. Repetto en su libro inclusive le dedicó un capítulo oponiéndose. Él decía que no se negaba al avance, a los expedientes electrónicos, pero entendía que los sumarios no podían tramitarse por el expediente electrónico. Por supuesto, se llegó a la conclusión de que sí se puede hacer perfectamente. Yo me convencí, por supuesto, que se pueden tramitar exactamente como antes los expedientes, tal vez mejor con un expediente electrónico. Esto es una cuestión cultural, por supuesto. Sigue siendo más cómodo para mí leer un expediente en papel que en la pantalla.
Tanto nos llegó la tecnología que, en este Reglamento al que yo me referí, que reformamos en plena pandemia, las oficinas que tal vez más sufrieron el aislamiento fueron las de sumarios. Porque una etapa importante dentro de la investigación es convocar a testigos, a sumariados, imputados. Escuchar a los que intervinieron en el hecho que uno está investigando. Uno no se podía trasladar, eso nos generó mucha labor, pensar de qué manera solucionarlo y de hecho hemos incorporado al Reglamento la posibilidad de tomar en determinadas circunstancias, siempre priorizando las audiencias presenciales, las audiencias a distancia, a través de un zoom, a través de un procedimiento que fuimos puliendo.
En su primer momento éramos muy restrictivos, siempre acostumbrados a tomar audiencias presenciales. Entiendo que siguen siendo ventajosas en cuanto a que vos percibís las reacciones de quien declara: una cosa es que esté presente, otra es a través de un zoom. Pero llegué a la conclusión de que, lo inmediato siguiente ante la imposibilidad de ser presencial es el contacto a través de una pantalla. Cubriendo los requisitos y los recaudos que exige el Reglamento para que procedimentalmente no tengas fallas, se pueden hacer perfectamente y lo hemos hecho y se avanza. Y ahora esa excepcionalidad de la que se hablaba se ha extendido porque hay organismos en los cuales lo ideal es que el instructor se traslada al lugar a tomar la audiencia, que dicen otra jurisdicción, pero ahora, inclusive por una cuestión económica,
muchas veces los organismos dicen que no hay fondos para viajar y tampoco se lo puede obligar al declarante a que viaje. Entonces haciendo una conexión a través del zoom hemos solucionado y agilizado mucho los procedimientos disciplinarios.
RB: ¿Cómo recuerda el clima de trabajo con sus compañeros?
RHF: A mí me tocó mucha suerte, siempre tuve equipos de trabajo con los que, en muchos casos, nos hemos hecho amigos. Yo trabajé desde que ingresé hasta que se jubiló con el Dr. Perren. Compartí esta oficina en Posadas, en Defensa, y siempre trabajamos juntos. Falleció hace poco, una pérdida que todos sentimos mucho. Guardo mucho aprecio hacia todos los que han pasado por las oficinas de Sumarios. Muchos se mantienen ahora, siguen trabajando acá. También tuve relación con mucha gente de otras direcciones con las cuales también me une mucho afecto, algunos de ellos quedan.
RB: ¿Qué piso común debería garantizarse para pensar la Procuración a largo plazo, más allá de los cambios de gestión?
RHF: Una de las cosas que rescato desde la oficina de Sumarios, porque es desde dónde puedo opinar con más certeza, es que espero tener esta libertad y esta independencia con la que nosotros trabajamos en todas las gestiones. Con distintas características y matices. No quiere decir que todas las autoridades siempre estuvieron de acuerdo con lo nuestro, pero se permitió un debate, se permitió la charla. Yo nunca sentí que alguna autoridad o algún superior me diga “esto tiene que ser por acá”, y eso a mí me dio una gran tranquilidad, entiendo que hubiera sido muy angustiante que hubiera sido distinto. Por eso lo rescato y lo agradezco. Y si vos me decís que espero para el futuro, para la dirección de Sumarios, espero
que eso se mantenga. Yo no sé cuánto tiempo más voy a estar acá, pero espero que por mí y por los que me sucedan, sigamos actuando con esa independencia. Yo te diría que es una de las cosas que más rescato y que espero que se repita en el futuro. Sería muy bueno para el prestigio bien ganado que creo que tiene la Procuración del Tesoro.
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