MALVINASTAPA

“Somos fuertes en el reclamo de Malvinas desde la paz, la democracia y los derechos humanos”

Por Redacción Broquel

En las Jornadas “Soberanía Nacional y Latinoamericana”, que organizó la Procuración del Tesoro en junio de 2015, más de 1500 participantes reflexionaron junto a destacados disertantes sobre las dimensiones jurídicas, económicas, políticas y culturales de la noción de Soberanía en un sentido nacional y latinoamericano. En dicha oportunidad el poeta, escritor y educador Marcelo Luis Vernet, descendiente del primer Comandante Político y Militar de las Islas Malvinas, brindó una charla titulada “Soberanía sobre las Islas Malvinas”.

Marcelo Luis Vernet nació en La Plata el 18 de agosto de 1955 y falleció el 28 de agosto de 2017. Fue poeta, escritor y educador. En varias oportunidades representó al país ante el Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas “Cuestión Malvinas”. En las Jornadas “Soberanía Nacional y Latinoamericana”, compartió el panel junto al por entonces Subsecretario de Asuntos Relativos a la Islas Malvinas, Dr. Javier Figueroa, y el actual Subprocurador del Tesoro de la Nación, Dr. Horacio Diez.

La Procuración del Tesoro de la Nación organizó aquellas jornadas en el marco de la conmemoración del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres de 1815, promoviendo un debate que revistió un interés central tanto para las/os abogadas/os que desde su labor brindan asesoramiento jurídico y efectivizan la defensa del Estado, como para la sociedad en su conjunto. En tal sentido, ampliaron los alcances del debate excediendo los términos estrictamente jurídicos e interpelando a la reflexión sobre la noción de soberanía, en un sentido nacional y latinoamericanista, desde sus dimensiones económicas, históricas, políticas y culturales. Fue posible acceder al registro de aquellas jornadas, material importantísimo que cobra día a día mayor trascendencia, gracias al inmenso trabajo de nuestro compañero Néstor Mazzón, cuyo rescate evitó que se perdiera (como muchísima documentación del período previo al 2015) por la acción de la anterior gestión gubernamental.

“Mi nombre es Marcelo Luis Vernet, mi oficio es escribir. Me liga a las Islas Malvinas, en tanto ciudadano argentino, su profunda significación como cuestión de soberanía y causa nacional que atraviesa nuestra historia, prácticamente, desde que nacimos a la vida política como Nación. También, mi propia historia familiar se ata con un hilo de sangre a esta historia de todos. La abuela de mi abuelo fue María Sáez de Vernet, esposa de Don Luis Vernet, primer Comandante Político y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico, cuando por decreto del Gobierno de Buenos Aires dicha Comandancia fue creada, el 10 de junio de 1829”. Así se presentaba ante el Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas “Cuestión Malvinas” en 2012, cuando acompañó a la por entonces Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Marcelo Luis Vernet  trabajó durante años en la edición del diario personal de María Sáez de Vernet, donde registró la vida en el archipiélago en el año 1829 y dio a conocer detalles sobre el primer poblamiento argentino en las islas. El libro resultante sería “Malvinas, mi casa”.

“Soberanía sobre las Islas Malvinas”

Por Marcelo Luis Vernet

Muy buenas tardes. Muchas gracias. Muchas gracias a la Procuración del Tesoro por esta invitación que me honra y un reconocimiento también por esta tarea que viene desarrollando, donde nuestra historia, nuestra identidad, nuestros problemas políticos y nuestra cultura son parte del tesoro a cuidar y a acrecentar.   La idea de proceso en el tema Malvinas -por eso queremos iniciar este panel remarcando esta idea- es muy importante. Hay que rescatarla y hay que ponerla en valor. Porque tanto por cuestiones internas, como el ritualismo de algunas fechas que parece que sincretizan y congelan un poco la cuestión, sea el 2 de abril, sea el 10 de junio -que ahora felizmente se está revitalizando-; pero también por una estrategia que el Reino Unido viene sostenidamente llevando de un escamoteo de la historia, de una jibarización de toda la historia, donde, si ponemos un eje axial en 1833 -el año, para nosotros, de la usurpación; para ellos, de su vuelta a Malvinas, porque ya estaban desde mucho antes-, todo lo anterior a 1833, que es una larguísima historia, para ellos se reduce a los ocho o nueve años que estuvieron en Puerto Egmont o Puerto de la Cruzada, en el islote Trinidad, en la Malvina del oeste, la Gran Malvina. Toda la larguísima historia de reclamación inclusive pacífica argentina, después de 1833, se reduce a unos pocos días del año 1982: la guerra, que a nosotros también nos marca en esta cuestión. Para la gente más joven Malvinas es una guerra. Estamos hablando, de 3 siglos de historia, de una historia rica en avatares. Y ni siquiera los procesos más recientes a veces se ven como procesos. Parecen una foto fija: que  determinado organismo multilateral nos apoyó, que tal otro; pero no hay idea de construcción, de proceso y, por lo tanto, a veces, de hacia dónde vamos. Parece estática la cuestión. Una foto, más que una película.  No voy a contar los tres siglos y medio.

Para hacer una referencia, este año se cumplen 50 años de la aprobación de la resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que para nosotros es una bisagra. Porque por primera vez después de un larguísimo período,  la comunidad internacional reconoció y dio naturaleza a la disputa en el sentido que es una disputa de soberanía, es una disputa por el territorio; se soluciona pacíficamente, en relaciones bilaterales, en diálogo bilateral, en negociaciones bilaterales, teniendo en cuenta el interés de los habitantes. Esto es lo que hace 50 años la comunidad internacional definió y que motivó el período en que más fructíferas negociaciones hemos tenido con el Reino Unido. Estos números redondos, los 50 años, creo que son buenos para la evaluación y situarnos en dónde estamos. Porque, además, en estos 50 años 1965 hasta hoy- creo que hemos vivido todas las circunstancias inimaginables en una disputa: desde tener negociaciones que prosperaron hasta negociaciones estancadas por intereses económicos y políticos y por contradicciones y disputas internas en el Reino Unido; una guerra; ruptura de relaciones diplomáticas; terrible posguerra con ruptura y, después, un objetivo político casi excluyente de retomar relaciones, que, por lo tanto, escondía el tema soberanía; nuevos acuerdos, pero una situación de debilidad espantosa: los acuerdos de Madrid. En fin, creo que se han vivido en estos 50 años todas las alternativas imaginables en una controversia. Mi pregunta inicial es cómo se llegó a negociar. Hacía 133 años que estábamos intentando negociar con el Reino Unido. Gran Bretaña-Reino Unido.

Hago esta salvedad de Gran Bretaña-Reino Unido por una estupidez que suele decir habitualmente en sus discursos el Reino Unido: “nosotros estábamos cuando ustedes no existían”. Y yo les contesto: “no, ustedes tampoco existían; existía un país que se llamaba Gran Bretaña”. Nosotros éramos Gobernación de Buenos Aires o Virreinato del Río de la Plata, pero existía: el territorio existía; los seres humanos existían; los vínculos políticos, económicos y culturales existían; todo existía. Tuvo lugar, desde luego, el proceso de independencia, nada menos. ¿Qué motivó, primero, los 133 años? Vamos a decir la primera grosería: los 133 años. Los voy a reducir a dos características centrales: desde la usurpación hasta 1965, que se empieza a negociar. Primero, una relación de asimetría absoluta en la relación bilateral; o sea, la relación de fuerzas entre la Gran Bretaña y la joven y naciente República Argentina era abismal. Esto, de acuerdo a los períodos de este largo proceso, fue más abismal todavía. Ha habido momentos en que, por ejemplo, la dependencia era absoluta: nos compraban todo y nos vendían todo. Desde ahí, mucha fuerza para negociar en cualquier disputa no existe; no hay mucho margen. Pero la otra característica que parece curiosa para muchos es nuestra obstinada persistencia en el reclamo, aun desde las posiciones ideológicas más disímiles. O sea, con distinta intensidad de acuerdo a la orientación política de los gobiernos, de acuerdo al esquema geopolítico, la Argentina nunca, en estos 133 años, dejó de reclamar.  Pero ¿qué fue lo que motivó que esta circunstancia, esta asimetría, cambiara?

Lo central es el proceso iniciado a partir de 1945. A partir de ese año, Malvinas tiene un espacio para reclamar, que son los organismos multilaterales. La creación de Naciones Unidas y la creación de OEA, en ese momento, significó una estrategia que podía compensar esta asimetría. Del 45 al 65 -voy a signar la época para que los más jóvenes, por lo menos, nos acordemos y no sean cosas abstractas en el momento- se inician fuertemente los procesos de descolonización posteriores a la Segunda Guerra. Es la época de la independencia de Indochina, de la insurgencia africana y de la heroica batalla de Argelia. Es la época -para tirar un dato cultural- en que Frantz Fanon escribe su libro, con prólogo de Jean-Paul Sartre, Los condenados de la Tierra, el alegato más lúcido contra el imperialismo. Es el momento en que los no alineados se constituyen como un movimiento fuerte.

Es a partir del 45 también, con sus alternancias, que en nuestra región se da el surgimiento de gobiernos populares con fuerte sentido nacional, tanto en nuestro país como en la región. Se da una serie de circunstancias que fueron haciendo que esta relación de fuerzas cambiara. Cuando se inicia el proceso del 45, la primera convocatoria a Naciones Unidas es a 50 países. Los que aprueban la resolución 2065 ya son más de 108, o sea, se duplicó, o más que duplicar. ¿Qué países? Los emergentes de este proceso.  La resolución 1514 de Naciones Unidas, se explica en este contexto: un avance muy fuerte donde la comunidad internacional tiene que dar respuesta pacífica y dentro del sistema a las demandas impostergables de los pueblos sojuzgados, que ya se reflejaba en luchas armadas, obviamente. Esta es la razón de la resolución; esta es la relación después de la creación del comité, en el año 61, coincidente con las declaraciones de no alineados más fuertes que hay sobre colonialismo. En ese contexto, Argentina fue ganando fuerza y pudo, desde la resolución 2065, entre comillas, obligar al Reino Unido a deponer su soberbia imperial de 133 años. 

¿Vieron que los poderosos no tienen que tener razón? Solo los pobres tenemos que argumentar, llevar documentos, explicar. Entonces, necesariamente se inició un proceso de negociación muy interesante, porque se inició desde una posición de fuerza. Veníamos de ganar, y con un respaldo internacional importante. Veníamos de ganar en la Asamblea General una resolución contraria a los intereses coloniales británicos, sin ningún voto en contra. Hubo abstenciones, pero fue con cierta unanimidad y con un consenso que es muy fuerte. Desde ahí empezamos a negociar.  La negociación pasó por todas las alternativas que imaginemos. Como todo proceso, tuvo algunos hitos, pero para que recordemos o para que los que son más jóvenes lo conozcan mejor, se llegó a instancias de acuerdo muy importantes: memorandos de entendimiento; acuerdos prácticos con presencia argentina en las islas: YPF en las islas, LADE en las islas, Gas del Estado en las islas; becas para isleños, para hijos de isleños que iban a estudiar, que hoy muchos de ellos son nuestros vecinos. Los contactos que hay entre Malvinas y continente son muchísimos más de lo que imaginamos. Todo este proceso tuvo un punto cúlmine, que es muy recordado, muy conocido, que es la propuesta británica, en 1974, de condominio. El general Perón leyó y, según dichos, dijo: “adelante, vamos. Metemos un pie en Malvinas y no nos saca nadie”. No era una negociación formal, pero era en lo que se estaba trabajando. ¿Qué pasó en el 74-75? Muchos dicen -y es cierto- que la muerte de Perón, el cambio de gobierno en el Reino Unido y otras circunstancias hicieron que finalmente esto fuera decayendo. Creo que hay un hecho relevante.

Así como hoy festejamos 50 años de la Resolución 2065 –digo que lo festejamos porque fue un éxito–, conmemoramos, no festejamos, 40 años del informe Shackleton. Los acuerdos previos que la diplomacia lograba, los intereses económicos los voltearon. El llamado lobby Falkland, centralmente, los intereses de la FIC -la Falkland Islands Company-, lograron torcer, a través de campañas políticas y mediáticas y presiones políticas en el Parlamento, el acuerdo que venía prosperando. Pero había otra situación que ponía en debilidad el Reino Unido fuertemente, no solo el avance de los no alineados, de la tercera posición, del consenso de terminar con el colonialismo, de la cultura, sino que el precio de la lana caía estrepitosamente y era insostenible o cada vez más gravoso el sostenimiento del enclave humano en Malvinas, que es el único reaseguro de la permanencia británica en Malvinas. El enclave humano que está ahí instalado algunos dicen que es una especie de escudo humano, de utilización humana, que los tienen ahí porque eso garantiza la permanencia imperial. Es el único elemento. La verdad, se les hacía difícil y cada vez había voces más airadas que decían que era inviable. En el 74 no solo  ocurre la muerte de Perón, no solo el cambio de gobierno, sino una cada vez más creciente política de sectores del Reino Unido de buscarle viabilidad económica, porque sin viabilidad económica el proyecto no era sustentable y más tarde o más temprano iban a tener que negociar con la Argentina.

El informe Shackleton -porque lo conducía Lord Shackleton- se inscribe en esta búsqueda. No es casual para mí que haya sido el 3 de enero, o sea, cumpliendo años de la usurpación inglesa, que el informe Shackleton hace público sus resultados, en 1975. El larguísimo informe toca múltiples aspectos, pero hay dos palabritas que están en ese informe muy fuertes, que son pesca y petróleo. Creo que estas dos palabras, pesca y petróleo, en el informe Shackleton, mucho antes que la guerra, concluyó este período de negociación. A partir de ahí se avanzaba,  los acuerdos prácticos continuaban porque además les financiábamos las islas, pero la negociación que siguió con el tema soberanía iba cada vez más lenta. Así se llega a la guerra y así, después, a la dictadura y al proceso que mínimamente planteé. Quiero hacer una última evaluación de dónde estamos hoy, tomando un período de estos 12 años de gobierno.

¿Cuál era el diagnóstico, primero? ¿Dónde estábamos hace 12 años en la situación Malvinas? Básicamente, en una situación de debilidad extrema, por varios motivos. Por supuesto, la guerra perdida. Si bien en el derecho internacional y en los fueros internacionales de Naciones Unidas rápidamente logramos que quedara establecido que esto no daba ningún derecho ni cambiaba la situación -por eso Naciones Unidas sigue llamando a la negociación bilateral-, desde la actitud británica el triunfo de la guerra y para nosotros lo que significó la guerra en todo sentido, no solo en la derrota, sino la guerra en sí como último acto de la dictadura genocida, con enredo entre democracia y soberanía, Es decir, ahí había un problema que resolver entre democracia pacifista, con poco reclamo por Malvinas. Porque reclamar por Malvinas significaba ser fascista, agresor, pro-militar y antidemocrático.

Toda la posguerra, atravesó los distintos gobiernos democráticos. Está la anécdota de los ositos Winnie Pooh y todo lo demás, pero en realidad hubo un proyecto político, un objetivo político, que era retomar relaciones diplomáticas. No se olviden la época: los 90, la globalización, la caída del muro, la decisión estratégica de Argentina de un alineamiento automático con Estados Unidos.  En ese contexto, el objetivo político era retomar las negociaciones. Se decía que sin negociación jamás se avanzaría. Por eso para negociar se dejaba de lado el tema de la soberanía, y se comenzaba discutiendo cuestiones prácticas.  Los acuerdos de Madrid se diferencian de los acuerdos posteriores a la resolución 2065en  que fueron acuerdos de la derrota, pues llegamos con una situación de debilidad extrema, sin apoyos geopolíticos fuertes, con una situación interna débil y con una actitud británica absolutamente impermeable a cualquier tratativa. De alguna forma, volvimos a la situación siglo XIX: una relación bilateral asimétrica, pocos apoyos internacionales y un Reino Unido que se negaba a negociar.

Durante todo el siglo XIX y buena parte del siglo XX, se negaba a negociar, aduciendo ser el descubridor y primer ocupante, dos falacias históricas absolutas y ampliamente demostradas. Entonces, encontró una forma: tomo para sí la resolución 1514, que ellos no apoyaron, cuyo propósito central iba justamente a los pueblos que el Reino Unido y la Gran Bretaña y las potencias imperiales habían sojuzgado. Es un acto de usurpación imperialista haber robado la bandera de la libre determinación de los pueblos.. Desde ahí, desde esa bandera de la libre determinación, dijo: “no negociamos porque los isleños tienen libre determinación”. Aquí empieza toda una política que se profundiza. Y nuestra estrategia inicial era recuperar la negociación, es decir, la apertura de relaciones diplomáticas, lo que se llamó seducción a los kelpers. Este diagnóstico llevó, en estos 12 años, a marcar para mí tres grandes ejes o líneas de acciones: en lo interno, una, y dos en lo exterior. En lo interno, terminar lo que se llamó desmalvinización: que Malvinas vuelva a estar en el centro,  superando la contradicción dictadura, soberanía, Malvinas, es decir puede ser muy fuerte en el reclamo de Malvinas desde la paz, la democracia y los derechos humanos.

Este último gesto de crear el Museo Malvinas en lo que fue la ESMA es un hito que marca la ruptura de esta falsa contradicción que nos atravesó mucho. El 10 de junio estuvo la presidenta conmemorando el día de la reafirmación de los derechos soberanos en ese lugar y recordó, emocionada, la salida de los Mirage y los aviones desde su Santa Cruz, que salían cinco y volvían tres. Y lo recordó desde el mismo lugar de donde salían los vuelos de la muerte. Esto somos nosotros: las dos cosas juntas. Y hemos logrado -debemos procesarlo- sintetizarlas.  Se avanzó, entonces, en una fuerte política interna con relación  a Malvinas expresada en el acuerdo de Ushuaia, el mapa bicontinental, Pampa Azul, proyectos proactivos. El segundo es firmeza en la relación bilateral. Muchos a esta firmeza la acusaron de endurecimiento, de patoterismo, de agresión. No, fue firmeza en la relación bilateral. No se puede ni tener una política interna firme ni buscar apoyos internacionales si no hay firmeza en la relación bilateral. Por lo tanto, hubo una relación firme al denunciar los acuerdos de Madrid de petróleo, de pesca y otros; denunciar los incumplimientos británicos.

Esto es muy importante porque, además, quitó la pátina de legalidad que esos acuerdos daban, por ejemplo –espero que hoy lo analicemos profundamente–, la defensa de nuestro patrimonio soberano con las denuncias que se puedan hacer a las empresas que ilegalmente exploran o pretenden extraer petróleo o hidrocarburos. Es decir, esta es otra gran línea: firmeza en la relación bilateral. No endurecimiento; firmeza. Y la tercera, que creo que ha sido la más exitosa y la que más se extendió, es cómo se han incrementado los apoyos multilaterales En distintos organismos  como el Comité de Descolonización de Naciones Unidas, la OEA y el Mercosur -estoy hablando de los clásicos-, que felizmente siguieron existiendo pero con poca densidad política, se incrementó el planteo. Cité lo de la presidenta en el Comité de Descolonización como un hito. Pero, además, en los nuevos escenarios multilaterales que se fueron generando el tema Malvinas es central. Atraviesa todas nuestras relaciones. Esto tiene que ver, por supuesto, con el Mercosur;, con la CELAC;, con África, con las cumbres de África y América latina; con el grupo de los G-77 más China; con Rusia; con Asia y las cumbres latinoamericanas, y así toda la relación Sur-Sur.

Hemos construido, nuevamente, trabajosa y sistemáticamente, nuestra fortaleza perdida. Creo que estamos, si se quiere, con todas las diferencias del caso, porque los mundos son muy distintos, en una situación de fuerzas no muy  diferente de la que teníamos cuando pudimos negociar. ¿Cuál es el objetivo político? Por supuesto que el objetivo estratégico es la recuperación de soberanía, es decir, volver a la negociación con el tema soberanía en la agenda. Si no se consigue que el Reino Unido se siente a negociar  sobre el tema soberanía con la amplitud necesaria, no se podrá  avanzar. ¿Cuándo el Reino Unido se va a sentar a negociar? Es una pregunta que tiene una respuesta sencillísima: cuando políticamente le sea más gravoso no hacerlo. Mientras le sea indiferente y no tenga costo político ni económico de ninguna índole el desoír las resoluciones de Naciones Unidas, lo va a seguir haciendo. Cuando le sea gravoso políticamente, negociará, tal como sucedió la única vez que se sentó a negociar en serio.

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